Hace algunos días el príncipe heredero y hombre fuerte de los Emiratos Árabes Unidos, Mohammed bin Zayed, sorprendió al mundo con un tuit en el que decía: “He hablado por teléfono con el presidente sirio, Bashar al Assad, sobre la expansión del coronavirus. Le aseguré el apoyo de los EAU y la ayuda al hermano pueblo sirio en estas circunstancias excepcionales. La solidaridad humana en tiempos de adversidad está por encima de todo lo demás y la hermana Siria no estará sola en estas circunstancias críticas”.
Este contacto se produjo en el contexto de varias otras acciones árabes como la visita del eje de la Inteligencia egipcia, Abbas Kamel, a Damasco el 2 de Marzo en medio de una inimaginable campaña de solidaridad de la prensa egipcia con Siria y el presidente Bashar al Assad en su guerra contra el terrorismo apoyado por el “colonialista otomano Erdogan”, según la descripción de los medios egipcios.
Por su parte, los medios pro-Erdogan ven a Muhammad bin Zayed y a Muhammad bin Salman, el príncipe heredero saudí, como dos archienemigos de Turquía, al igual que el presidente egipcio, Abdel Fattah al Sisi, que derrocó al presidente Mohammed Mursi el 3 de Julio de 2013. Este último era un aliado estratégico de Erdogan y miembro del movimiento de los Hermanos Musulmanes, que Erdogan y su aliado Qatar apoyan.
El intento de Turquía de incrementar su influencia en Siria a través del apoyo a los grupos militantes en Idleb y el noreste de Siria es visto con preocupación y rechazo por parte de Egipto y los EAU. Por contra, los grupos armados apoyados por Erdogan en Siria son vistos como instrumentos del proyecto expansionista de Erdogan, como queda reflejado en el envío de miles de militantes sirios a Libia, donde combaten en favor del Gobierno de Unidad Nacional (GUN), un aliado de Turquía, en contra de las fuerzas del general Jalifa Haftar, que están apoyadas por Egipto y los EAU.
La llamada de MBZ puede allanar también el camino para el retorno de Siria a la Liga Árabe, una medida que cuenta con el apoyo de varios países árabes, incluyendo el Líbano, Iraq, Argelia y Túnez, que se han pronunciado explícitamente en este tema. También resulta significativo que la llamada tuviera lugar cuatro días después de un contacto similar entre Erdogan y su único aliado regional, el emir qatarí Tamim al Zani. No cabe duda de que ella buscaba enviar a Turquía el mensaje de que debe retirar sus fuerzas de Siria y Libia y es también una demostración de que Erdogan se encuentra en la actualidad más aislado que nunca tras el anuncio de Egipto y los EAU de su solidaridad con Siria. En este sentido, no hay duda de que ambos países ven ahora a Damasco como un aliado frente al régimen turco y su proyecto expansionista neo-otomano.