Tras más de 15 meses de guerra genocida, la Franja de Gaza, asediada, ha entrado en vigor un alto el fuego, y los funcionarios y los medios de comunicación israelíes no pueden ocultar su decepción.
Tras 467 días de ataques genocidas, en los que murieron más de 46.600 palestinos, la mayoría de ellos niños y mujeres, la ocupación israelí no ha logrado sus principales objetivos: la eliminación del movimiento de resistencia Hamas, con base en Gaza, y la recuperación de los prisioneros israelíes. Tampoco han logrado el que, sin duda, era su último objetivo: expulsar a la población de Gaza hacia el Sinaí egipcio mediante una ola de terror y la imposición de condiciones de vida imposibles de soportar. La política israelí de destrucción masiva y de ataques a civiles tenía como objetivo aplastar la moral palestina y socavar la resistencia, pero los resultados han demostrado lo contrario, según la mayoría de los observadores, que han calificado el acuerdo de alto el fuego como una derrota para la ocupación.
El miércoles, antes de que se anunciara el alto el fuego, los medios israelíes informaron que “en 2023, Netanyahu declaró que no habría presencia de Hamas en Gaza. Para 2025, Netanyahu indicó que estaba esperando la respuesta de Hamas a la propuesta de alto el fuego.”
La rama militar de Hamas, las Brigadas Al-Qassam, la del Yihad Islámico de Palestina, las Brigadas Al-Quds, y otros grupos de resistencia estuvieron causando bajas a las fuerzas israelíes hasta el último momento. En la última semana, estas últimas sufrieron 15 bajas mortales y 33 heridos en unas pocas horas en el norte de Gaza, un sector que ha estado bajo un fuerte asedio durante varios meses, pero que las fuerzas israelíes no han podido controlar. En este sentido, los comunicación israelíes han informado sobre el enérgico resurgimiento de Hamas en Gaza en los últimos meses, que ha quedado de manifiesto en el creciente número de operaciones sofisticadas contra las fuerzas del régimen por parte de las Brigadas Al-Qassam.
Todo ello muestra que Hamas ha seguido infligiendo duros golpes a la entidad sionista, tras haberse reagrupado y reorganizado bajo un nuevo liderazgo tras el asesinato de Yahia Sinwar a finales del año pasado. Varios medios han destacado el papel de Mohammad Sinwar como nuevo líder de Hamas en Gaza. Además, la liberación de presos palestinos favorecerá la llegada a Gaza de varios líderes de la organización que estaban en las cárceles israelíes.
La periodista Sarah Cohen señaló en un artículo del periódico “Israel Hayom” que “después de 15 meses de combates, Hamas sigue vivo, respirando, activo y negociando demandas con nosotros”.
Hay que destacar también que la red de túneles de Hamas en Gaza, que está en gran medida intacta, jugó un papel importante al permitir el desplazamiento de los combatientes y también sirvió para mantener con vida a los prisioneros israelíes librándoles de los ataques de su propia fuerza aérea.
El gobierno israelí, compuesto por algunos extremistas criminales y apologistas del genocidio como Bezalel Smotrich e Itamar Ben Gvir estuvieron bloqueando las conversaciones llevadas a cabo en Doha durante varias semanas y el propio primer ministro, Benyamin Netanyahu, implicado en varios juicios por corrupción y haciendo frente a protestas y manifestaciones en su contra, no dudó en rechazar durante meses un alto el fuego, perdiendo así un tiempo precioso en que se hubiera podido salvar la vida a miles de personas incluyendo varias decenas de prisioneros israelíes retenidos en Gaza.
Finalmente y bajo una creciente presión a nivel internacional y dentro de “Israel”, Netanyahu acabó aceptando lo inevitable. Los detalles del acuerdo de tregua sugieren que se trata de una victoria rotunda para el frente de resistencia y una derrota vergonzosa para la ocupación, que ha sido reconocida incluso por los funcionarios del régimen y los medios de comunicación israelíes. Argumentan que las condiciones del alto el fuego suponen que Hamas retendrá el poder en Gaza, pese a algunos intentos de la desprestigiada Autoridad Palestina de obtener un poder allí.
Un factor importante que ha llevado a la firma del acuerdo es el hecho de que el ejército israelí ha sufrido pérdidas masivas en Gaza, pero el régimen ha censurado las cifras reales para evitar una vergüenza o una mayor desmoralización. Un corresponsal de la radio del ejército israelí admitió a principios de esta semana que al menos 840 soldados del ejército de ocupación han muerto desde el comienzo de la guerra en Gaza. De ellos, 405 soldados murieron durante la agresión terrestre en Gaza, mientras que 55 soldados cayeron durante la actual operación militar en el norte de la Franja y 15 soldados fueron abatidos en una semana en Beit Hanun. Sin embargo, las cifras reales son mucho más altas, según los observadores independientes.
En todo caso, no cabe olvidar que Gaza ha sido escenario de un gran genocidio, el peor de la historia reciente del mundo, con más de 46.600 muertos, en su gran mayoría mujeres y niños. El 21 de noviembre del año pasado, la Corte Penal Internacional (CPI) emitió órdenes de arresto contra Netanyahu y el ex ministro de asuntos militares Yoav Gallant por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad en Gaza. “Israel” también enfrenta un caso de genocidio en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), planteado por Sudáfrica y una serie de países por su guerra mortal en la franja costera. El número de responsables de este genocidio, sin embargo, es extenso y es deber de la comunidad internacional el lograr que todos los criminales paguen por sus enormes y horribles crímenes.