Luego de librar guerras de dos décadas, EEUU se ha dado cuenta del alto costo humano y económico de sus políticas exteriores intervencionistas que le han llevado a un catastrófico fracaso en Oriente Medio y Afganistán. Este fracaso se hizo evidente en la humillante retirada de sus fuerzas militares de Afganistán, que supuso un fuerte golpe para la imagen de EEUU.
Esta derrota impulsó a los líderes del estado profundo en Washington a tomar la decisión de cambiar estratégicamente sus políticas exteriores y apuntar a Rusia y a China, que se convertirá pronto en la mayor potencia económica mundial y es el objetivo más grande de esta estrategia.
De cara a este gran cambio, EEUU necesita una salida de Oriente Medio, lo que significa que también saldrá de Iraq, donde los convoyes logísticos y bases estadounidenses son objeto de continuos ataques, y de Siria. Algunos observadores señalan que se han producido acuerdos entre Washington y Moscú para prepararse para la retirada posterior de EEUU del noreste de Siria.
Washington está tratando, a través de estos entendimientos con Moscú, de no repetir en Siria la imagen de la humillante derrota de sus fuerzas de Afganistán, por lo que encomendó a los rusos la tarea de tratar de garantizar algunos de sus intereses en el noreste y el sur de Siria. adyacente a la entidad israelí, luego de que esta zona fuera liberada por el Ejército sirio,
Las victorias militares en el sur, concretamente en Daraa, donde el Ejército sirio ha obligado a rendirse a los últimos militantes armados, y las aceleradas transformaciones que han llevado a la apertura árabe, regional e internacional hacia Damasco, han dejado sentir su impacto en la región nororiental del Éufrates, donde las fuerzas ocupantes norteamericanas se preparan para partir, pero desean obtener garantías del lado ruso en términos de lograr algunos intereses estadounidenses representados por las milicias de mayoría kurda de las FDS.
Turquía, por su parte, es la gran perdedora en este esquema. Este país ocupa todavía una parte de la provincia de Idleb, en el norte de Siria, donde están desplegadas fuerzas terroristas. Ankara utiliza, para intentar justificar su ocupación de otra parte del territorio sirio, el pretexto de la existencia de grupos armados kurdos en el noreste de Siria, a los que considera terroristas.
Turquía comprende que los acontecimientos van en favor del Estado sirio y no del suyo propio. Las derrotas de las fuerzas islamistas en Túnez y en Marruecos se vienen a sumar a otras más antiguas como la de Egipto y aislar más a Ankara en la región. Dentro del mundo árabe solo Qatar se mantiene como aliado del gobierno de Erdogan. En este sentido, Turquía ha anunciado en las pasadas semanas que estaba negociando con el Estado sirio, una afirmación rápidamente desmentida por Damasco.
El Estado sirio sabe que el régimen turco es evasivo y no cumple sus promesas y está tratando de prolongar la presencia de sus aliados terroristas en Idleb el mayor tiempo posible para utilizarlos como moneda de cambio con las partes siria y rusa. En los últimos días, los ataques militares sirio-rusos han debilitado notablemente a estos grupos y han allanado el camino para el control total de la carretera internacional M4. El Ejército sirio se prepara para completar las operaciones de liberación en Idleb. Turquía ha enviado más tropas a Idleb con el objetivo de impedir una ofensiva militar siria, pero su actitud le ha llevado a un choque con Rusia, como puede verse en las últimas declaraciones de Erdogan en contra la la pertenencia de la Península de Crimea a la Federación Rusa.
Hay prevista una próxima reunión del presidente turco, Recep Tayyib Erdogan, con su homólogo ruso en Sochi, y los resultados de esta cumbre influirán en la continuación de los ataques ruso-sirios contra los grupos terroristas apoyados por Erdogan, que ha estado violando los acuerdos previos con Putin. Rusia, sin embargo, no parece dispuesta a aceptar ya más promesas vacías del líder turco.
Por otro lado, los últimos ejemplos de la apertura árabe a Damasco confirma que hay una luz estadounidense para distribuir roles entre Jordania e Iraq para preparar las condiciones para el regreso de la victoriosa Siria a su esfera vital, nacional, regional e internacional. Los países árabes siguen ahora una nueva estrategia acorde con la realidad de la victoria siria.
La visita de una delegación libanesa de alto nivel a Damasco después de una década de ausencia para activar el gasoducto árabe desde Egipto y las redes de energía eléctrica desde Jordania con dirección al Líbano a través de Siria es un ejemplo de esto. Esta visita fue aprobada por EEUU que tuvo que violar su propia e ilegítima Ley César de sanciones que Washington creó en su guerra económica contra el pueblo sirio.
Y cabe mencionar la reciente visita del ministro de Defensa y viceprimer ministro sirio, Ali Abdulá Ayyub, a Jordania y su reunión con el jefe de Estado Mayor. Sus reuniones lograron resultados anunciados, incluido el control de las fronteras y la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo y otras cuestiones no reveladas.