La respuesta de la administración Trump al nuevo coronavirus se ha caracterizado por información errónea, pasos en falso y luchas internas burocráticas. El presidente Trump ha dado negativo para el coronavirus, pero ¿pasará la prueba de liderazgo a medida que surjan nuevos casos de la enfermedad respiratoria altamente contagiosa en EEUU?
Si bien Trump no es responsable de que el coronavirus golpee las costas estadounidenses y se extienda por todo el país, sí es responsable de los graves errores cometidos y que los críticos dicen que incluso podría costarle su presidencia.
“Estos errores nos han dejado ciegos y, durante algunas semanas cruciales, crearon una falsa sensación de seguridad”, escribió Peter Wehner, miembro senior del Centro de Ética y Políticas Públicas, para The Atlantic.
El presidente Trump ha enviado mensajes mixtos sobre el brote de coronavirus en EEUU haciendo todo lo posible para negar las pruebas y descartar la amenaza. También ha rechazado la responsabilidad por cualquier error que haya cometido su administración y que haya obstaculizado los esfuerzos para contener y mitigar la propagación del virus, que ha contagiado a miles de personas en todo el país.
Desde que asumió el cargo, Trump ha tomado medidas que los expertos advirtieron que serían desastrosas durante una crisis de salud pública. Cerró toda la unidad de seguridad sanitaria global del Consejo de Seguridad Nacional, ignoró la advertencia de un panel de expertos de que EEUU no estaba preparado para enfrentarse a una pandemia. y realizó recortes presupuestarios para los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y el Departamento de Salud y Servicios Humanos.
Los errores más recientes incluyen también recortes en la fabricación de pruebas de diagnóstico, el recorte del personal del personal sanitario preparado para una pandemia, la decisión de efectuar pruebas a muy pocas personas para el coronavirus y la demora en expandir las pruebas a los laboratorios de fuera de los Centros de Prevención y el Control de Enfermedades.
“No, no me responsabilizo en absoluto”, dijo Trump el viernes cuando se le preguntó si se responsabilizaba por la cantidad inadecuada de pruebas sobre el COVID-19 en EEUU. En su lugar, culpó de este problema a “normas, regulaciones y especificaciones de un momento diferente”.
Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, reconoció en un testimonio ante el Congreso a principios de la semana anterior que EEUU todavía no proporciona pruebas adecuadas para el coronavirus.
“La idea de que alguien se haga (pruebas) fácilmente y la forma en que las hacen las personas en otros países, no se dan aquí y no estamos preparados para eso. Creo que así debería ser, pero no lo es”, dijo Fauci.
Durante semanas, Trump y su equipo habían estado demasiado preocupados por el daño político potencial de un brote epidémico en un año electoral como para reconocer la verdadera escala del desastre. El presidente contradijo repetidamente a los funcionarios de salud, alegando que el virus estaba contenido en EEUU cuando en realidad se estaba propagando. También llamó al brote un “engaño” demócrata diseñado para dañar sus posibilidades de reelección.
“Simplemente han perdido un tiempo que no pueden recuperar. No se puede recuperar seis semanas de ceguera”, dijo a The Washington Post Jeremy Konyndyk, quien ayudó a supervisar la respuesta internacional al ébola durante el gobierno de Obama.
“En la medida en que haya alguien a quien culpar aquí, la culpa es de una gestión pobre y caótica de la Casa Blanca y la falta de reconocimiento del panorama general”, dijo Konyndyk, quien es miembro del Centro para el Desarrollo Global.
Hasta el momento, ninguna de las desastrosas decisiones políticas del presidente Trump lo ha alcanzado tanto como su fracaso en el tema del coronavirus. Ha escapado en gran medida de las consecuencias de su guerra comercial con China porque la economía estadounidense era fuerte. Ha salido relativamente ileso del abandono del acuerdo para luchar contra el cambio climático porque el calentamiento global ocurre lentamente.
“Pero ahora, frente a una amenaza para la salud global que es inmediata y nos rodea, y que requiere, más que nada, una respuesta global coordinada, Trump descubre que sus errores están volviendo contra su rostro como pasteles de payaso casi cada vez que abre la boca”, escribió Michael Hirsh en la revista Foreign Policy.
“Todos los atributos definitorios de su presidencia —su arrogante “América Primero”, su lema “nosotros contra ellos” hacia el resto del mundo— de repente están trabajando en su contra. Trump tenía muy poca credibilidad antes; ahora parece que todo se ha hundido”, dijo Hirsh.
Los mercados financieros han sufrido sus peores pérdidas desde la caída del mercado de valores de 1987, eliminando casi tres años de ganancias económicas. A medida que la pandemia amenaza con hacer descarrilar la economía estadounidense, los informes dicen que el presidente Trump está cada vez más preocupado por sus posibilidades de reelección.
“El presidente, enfurecido por haber sido desenmascarado, se volverá más desesperado, más amargado, más desquiciado. Él sabe que nada será igual. Su administración será solo un cascarón vacío. La presidencia de Trump ha terminado”, dice Wehner en su artículo.
Source: Press TV