Los convoyes pseudo-humanitarios estadounidenses para las milicias pro-Guaido deberían haber penetrado en Venezuela en medio de un espectáculo, incluyendo un concierto musical junto a la frontera.
Para los maestros del cine que son los estadounidenses era necesario crear enfrentamientos permanentes en los puentes de Bolívar y Santander (frontera venezolana con Brasil), combinados con un intento de ocupar el aeropuerto de San Antonio en el contexto de la llegada de camiones de “ayuda humanitaria”.
Para los conocedores del tema venezolano, los enfrentamientos ya se habían visto y se remontan a 2014 o 2017, cuando la oposición pro-estadounidense se manifestó en las ciudades del país. Con la diferencia de que el escenario reciente no era la calle sino los puentes internacionales.
Por ahora, este primer intento de crear un enfrentamiento a gran escala ha fracasado estrepitosamente. El hecho es que el incendio de los camiones sirvió como pretexto para acusar al presidente Maduro de “crímenes contra la humanidad” y le brindó al senador estadounidense Marco Rubio la coartada necesaria para acusar a Venezuela de haber “disparado en el territorio colombiano” y afirmar que era necesaria una “respuesta de EEUU”.
El gobierno brasileño de Jair Bolsomaro, por su parte, condenó este domingo, 24 de febrero, las “tensiones en la frontera con Venezuela” y siguiendo los pasos de Washington, culpó de ellas no a los provocadores, sino al legítimo gobierno de Venezuela.
Sin embargo, el coro de los enemigos de Venezuela siente una amarga frustración, ya que el pretexto de la ayuda humanitaria ha resultado ser un fracaso. Mientras el gobierno venezolano anunció que iba aceptar la ayuda de Rusia y la Unión Europea, eso sí pagándola en este último caso, impidió que los convoyes llenos de armas y de alimentos y medicamentos caducados entraran en su territorio, ni a través de Colombia ni a través de Brasil. Las Fuerzas Armadas Bolivarianas, que han rechazado las amenazas e intentos de soborno de EEUU, se mantuvieron firmes y frustraron los intentos de violar la soberanía territorial del país.
El experto en cuestiones venezolanas Hamid Ruhalá señaló: “Si este iba a ser el último día, esto no fue el caso. Una vez más fue una decepción total para los sectores opositores pro-norteamericanos en Venezuela, que pudieron comprobar lo irreales y lejanas de la realidad que eran las declaraciones de Guaido y cual era la correlación real de fuerzas”.
La decepción y cólera de Washington no ha sido menor. El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, insultó al Ejército venezolano llamándolo “los matones de Maduro”. Por su parte, el ultra Marco Rubio fue más allá mostrando dos fotos del ex líder libio Muhammar Gadafi: una de ellas tomada durante su asesinato por un grupo de individuos.
Pero el recuerdo de Libia podría llevar a los venezolanos de toda condición a otra consideración: Libia es un ejemplo claro de lo que una intervención de la OTAN ha logrado: un país roto, dividido y sin un gobierno efectivo ocho años después. Grandes partes del país están controladas por terroristas y él se ha convertido en un foco de exportación de armas hacia terroristas de otros países.
Algunos han asimilado el insulto de “matones” a los calificativos utilizados por el gobierno de EEUU en 1989 para invadir Panamá acusando al entonces presidente, y ex agente de la CIA, Manuel Noriega de ser un narcotraficante y un delincuente de derecho común.
Sin embargo, Venezuela no es la Panamá de 1989. Venezuela no está sola. El bloque oriental se ha puesto al lado del estado venezolano y no permitirá a EEUU invadirlo. Los aliados de Washington en la crisis venezolana, incluyendo la UE y el Grupo de Lima, han mostrado también su oposición a una intervención militar, que supondría una agresión flagrante y una violación de la Carta de la ONU. Todo ello muestra que Venezuela ha aprendido la lección de la paciencia y la resistencia y puede salir victoriosa de este embate.
Source: Agencias