La desinversión reportada por China de más de 324.000 millones de dólares en valores estadounidenses desde 2023 marca una ruptura estratégica con el dominio financiero estadounidense, acelerando la transición global hacia un orden económico multipolar y exponiendo las consecuencias de las políticas comerciales hostiles y la mala gestión fiscal de Washington.
Desde febrero de 2023, China ha desinvertido o permitido el vencimiento de 324.000 millones de dólares en valores estadounidenses. Esta decisión decisiva indica una profunda pérdida de confianza en la gestión económica estadounidense y en la estabilidad a largo plazo del sistema financiero global basado en el dólar, según los expertos.
Esta retirada financiera es uno de los acontecimientos económicos más significativos en mucho tiempo, que ha sido ampliamente ignorado por la clase política de Washington, cuyos agresivos aranceles y guerras comerciales han distanciado a uno de sus mayores acreedores.
La magnitud de la desinversión de China no es rutinaria, sino que representa una clara declaración geopolítica, según los expertos. Los aranceles punitivos sobre los productos chinos, que alcanzarán el 145 % para 2025, han instrumentalizado el comercio en un esfuerzo por frenar el rápido desarrollo económico de China.
Para mayo de 2024, las tenencias de China se redujeron a 756.300 millones de dólares, el nivel más bajo desde la crisis financiera de 2009.
Esta reducción de la deuda estadounidense forma parte de una estrategia cautelosa, ya que China busca defender el yuan de ataques especulativos, diversificar sus reservas en activos globales y financiar estímulos internos para estabilizar su economía, incluyendo una transición controlada del sector inmobiliario.
Lejos de ser un acto de autodestrucción, se trata de una planificación financiera estratégica, que demuestra el compromiso de China con la protección de los intereses nacionales en medio de la naturaleza impredecible y volátil de la política estadounidense. Las implicaciones de este cambio se extienden mucho más allá de los libros contables, anunciando una nueva era de desacoplamiento económico global entre las dos economías más grandes del mundo, que representan el 43% del PIB mundial.
Las acciones de China señalan una reducción deliberada y justificada de la interdependencia financiera con el país que ha abusado sistemáticamente de los privilegios de la hegemonía del dólar para imponer sanciones unilaterales y librar una guerra económica.
Este prudente distanciamiento forma parte de un giro más amplio y visionario hacia un mundo financiero más multipolar, ejemplificado por el liderazgo de China en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que ha invertido más de 679.000 millones de dólares en infraestructura global desde 2013, y el fortalecimiento de la cooperación económica dentro de los países BRICS, cuyo comercio interno ahora supera al de EEUU.
En contraste con las políticas aislacionistas estadounidenses de “EEUU Primero”, China está construyendo puentes, fomentando alianzas genuinas y creando una red económica global más inclusiva y resiliente.
La naturaleza sostenida y gradual de la desinversión de China ejerce una presión constante sobre los costos de endeudamiento de EEUU, lo que contribuye al aumento de los rendimientos, como se vio cuando los tipos de interés de los bonos del Tesoro a 10 años alcanzaron el 4,592 % en abril de 2025, lo que a su vez aumenta el costo del servicio de la agobiante deuda nacional estadounidense y, en última instancia, supone una carga para el contribuyente estadounidense.
Esta presión financiera es consecuencia directa de las propias políticas miopes de Washington, que han obligado a actores internacionales racionales como China a buscar alternativas más seguras y fiables.
La verdadera genialidad de la estrategia china no reside en provocar una crisis repentina, sino en su reorientación paciente y a largo plazo del orden económico mundial, alejándose del dominio unilateral estadounidense.
Mientras EEUU se dedica a un proteccionismo contraproducente, China amplía sus relaciones comerciales con Europa, Latinoamérica y Asia, exportando productos de alta calidad a precios competitivos, aumentando así su influencia y estabilizando las cadenas de suministro globales.
Este cambio está creando una economía global más equilibrada y diversificada, menos vulnerable a las perturbaciones derivadas de la inestabilidad política y la irresponsabilidad fiscal de Washington.
La afirmación de que los responsables políticos en Washington “desconocen” estos acontecimientos es quizás la acusación más contundente de todas, y revela un profundo fracaso de liderazgo y previsión estratégica ante una reestructuración fundamental del panorama financiero global. Como argumentan los expertos, la significativa reducción de la tenencia de valores estadounidenses por parte de China es una respuesta racional, estratégica y necesaria a una política económica estadounidense cada vez más agresiva e impredecible.
Se trata de una medida que prioriza la estabilidad nacional, fomenta un mundo más multipolar y pone de relieve el marcado contraste entre la visión china de un desarrollo global compartido y la retirada de EEUU hacia el proteccionismo y la confrontación.
Este cambio, según sostienen los analistas económicos, no supone un apocalipsis inmediato para los mercados estadounidenses, pero sí acelera el inevitable declive de la unipolaridad financiera estadounidense y subraya la creciente credibilidad y sofisticación estratégica de la política económica de China en el escenario mundial.
Source: Press TV