El fortalecimiento militar de EEUU contra Venezuela, sus ataques a embarcaciones, bajo la excusa del narcotráfico y sus actos de piratería reflejados en la incautación ilegal de petroleros, forma parte de un patrón de larga data de intentos por restaurar su control sobre América Latina en un intento de restaurar la colonialista Doctrina Monroe y928665 apropiarse de los recursos de los países latinoamericanos, en este caso concreto del petróleo Venezuela, al que algunos responsables estadounidense se han referido, con una total desvergüenza, como perteneciente a EEUU.
EEUU posee una larga historia de injerencias, intervenciones y golpes de estado en América Latina. Esta injerencia se ha intensificado ahora por parte de la Administración Trump, que ha intervenido abiertamente en los asuntos latinoamericanos. Ejemplos recientes de ello son los llamamientos de Trump a electores en Argentina y Honduras en los que indicaba a quien estos últimos debían votar, siempre candidatos de extrema derecha. También hay que citar aquí las amenazas a Colombia e incluso a México bajo el pretexto del narcotráfico. Según las encuestas, sin embargo, esta actitud abiertamente imperialista es rechazada por la mayor parte del pueblo estadounidense.
Las incautaciones de petroleros en alta mar son un acto de piratería, tal como establece la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, que define la piratería como “todo acto ilegal de violencia o de detención o todo acto de depredación” desde el mar o desde el aire “contra un buque o una aeronave en alta mar o contra personas o bienes a bordo de ellos”. Por su parte, la Convención para la Represión de Actos Ilícitos contra la Seguridad de la Navegación Marítima establece como delito apoderarse de un buque o ejercer control del mismo “mediante violencia, amenaza de violencia o cualquier otra forma de intimidación”.
Desde septiembre, las fuerzas estadounidenses han llevado a cabo más de 20 ataques letales en el Caribe y el Pacífico oriental, matando a más de 80 personas, y los organismos de derechos humanos los han calificado de ejecuciones extrajudiciales.
Las amenazas no han parado ahí. Reciemente, el presidente de EEUU, Donald Trump, utilizó sus redes sociales para afirmar que las aerolíneas deberían tratar el espacio aéreo de Venezuela como “totalmente cerrado”. Caracas condenó la amenaza como una postura política destinada a aislar al país. Las autoridades revocaron las licencias de seis aerolíneas internacionales que suspendieron sus operaciones por alinearse con la presión estadounidense y contribuir al terrorismo de Estado.
Venezuela posteriormente criticó la medida como una “amenaza colonial”. En una declaración formal, rechazó el intento de Washington de ejercer jurisdicción extraterritorial sobre su espacio aéreo, afirmando que la medida ponía en peligro la “integridad territorial, la seguridad aeronáutica y la plena soberanía” del país. El presidente, Nicolás Maduro, insistió en que Venezuela defenderá sus recursos con “legalidad y dignidad” y no sucumbirá a amenazas ni a la coerción.
En Venezuela, el objetivo de EEUU es un cambio de régimen para llevar al poder a un grupo de mercenarios políticos al servicio de sus intereses. Venezuela ha celebrado reiteradas elecciones con amplia participación y mantiene una sólida base de movilización progubernamental. En este sentido, las amenazas al país llevará sin duda al pueblo venezolano a fortalecer su espíritu de resistencia en defensa de su soberanía y recursos y de rechazo al agresor.
Los venezolanos ven la presión estadounidense a través de décadas de educación política, que ha producido, desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1998, una población muy versada en reconocer la interferencia extranjera y defender su dignidad e independencia.
Los venezolanos comunes se oponen a la guerra y apoyarán al gobierno, especialmente si intervinieran fuerzas extranjeras. En caso de una invasión terrestre, afirmó que EEUU se enfrentaría no solo al ejército venezolano, sino también a millones de milicianos. Los venezolanos comprenden lo que está en juego y mantienen su compromiso de preservar los logros de la Revolución Bolivariana. Las amenazas pueden intensificarse pero reforzarán la unidad nacional en lugar de debilitarla. En Venezuela, hay una revolución popular y una población preparada para defenderla.
No cabe olvidar aquí que el segundo petrolero incautado por EEUU es de propiedad china y que gran parte de las exportaciones de petróleo venezolano van en dirección a China, que ha mostrado su apoyo a Venezuela y su soberanía. La Administración Trump mantiene una actitud hostil hacia China, que dentro de algunos años superará a EEUU para convertirse en la primera potencia económica mundial. Trump ha elevado las tarifas comerciales a los productos chinos y China, como reacción ha buscado otros mercados para compensar la reducción de sus ventas en el mercado estadounidense.
La reactivación de la Doctrina Monroe por parte de EEUU busca, sin duda, revertir la tendencia existente en América Latina de reforzar sus lazos económicos con el gigante asiático, que resultan en general más ventajosos para los países latinoamericanos que los vínculos con las empresas estadounidenses. Washington trata de aislar a China, incluso por vía marítima, lo cual obligará a China a reforzar su capacidad defensiva y a expandir sus vìnculos con sus aliados, como Rusia.






