Al cumplirse 108 años de la Declaración Balfour, la guerra en Gaza y la continua expansión israelí en la Cisjordania ocupada reaviva el debate sobre el carácter colonial del proyecto sionista y sus consecuencias en la tragedia palestina.
Emitida el 2 de noviembre de 1917 por el entonces secretario británico de Asuntos Exteriores, Arthur James Balfour, la declaración prometía apoyo para el establecimiento de “un hogar nacional para el pueblo judío” en Palestina, ignorando la existencia y los derechos del pueblo árabe palestino. Más de un siglo después, la región sigue atrapada en la misma lucha por la tierra, la soberanía y la justicia.
La coyuntura actual marca un punto de inflexión en la política regional. Los líderes árabes están llamado a superar los marcos históricos obsoletos heredados del siglo XX.
Es momento de dejar de mirar el futuro a través del prisma del pasado. Se necesitan nuevos enfoques que respondan a las realidades presentes, no a las exigencias de hace un siglo.
Los acontecimientos en Gaza y Cisjordania no pueden separarse, ya que ambos responden a un mismo patrón de dominación colonial profundamente arraigado en la ideología sionista.
La ocupación israelí opera bajo un marco colonial clásico, basado en tres principios: la creación constante de un enemigo, la negación de una paz duradera y la perpetuación del conflicto.
Cuando el Imperio Británico emitió la Declaración Balfour hace más de un siglo, prometió un hogar nacional para el pueblo judío en una tierra que no le pertenecía, comprometiendo los derechos de su población originaria.
Aquella promesa, descrita por historiadores como “una concesión hecha por quienes no tenían derechos a quienes no los merecían”, sentó las bases del desplazamiento masivo y del conflicto que aún perdura.
Hoy, mientras Gaza vive uno de sus capítulos más sangrientos en décadas, muchos palestinos ven el bloqueo, el desplazamiento y la destrucción como una continuación directa de aquella injusticia original. Lo que comenzó como una carta diplomática se ha convertido en una catástrofe humanitaria prolongada, que sigue negando a los palestinos su derecho a un Estado propio y a una paz justa.
A 108 años de la Declaración Balfour, el pueblo palestino mantiene viva su lucha y su firmeza, reafirmando su derecho inalienable a establecer un Estado independiente y soberano en su territorio, con Jerusalén como su capital.
Source: Prensa Latina
 


