En un artículo publicado por la revista estadounidense “Foreign Affairs”, Sam Heller sostiene que EEUU tiene que remediar su credibilidad si quiere ser un socio útil en la lucha contra la corrupción en el Líbano.
El escritor mencionó que EEUU es visto como cercano a algunos de los funcionarios libaneses más responsables de la crisis actual, recordando la expresión del secretario general de la ONU, António Guterres, que describió la crisis como “algo similar a un esquema Ponzi”.
El artículo explica que el Banco Central pagó a los bancos comerciales libaneses tasas de interés exorbitantes por los depósitos en dólares, y esos bancos a su vez ofrecieron sus propios rendimientos generosos para atraer a más depositantes, y señaló que todos los involucrados ganaron mucho dinero, incluso aunque el sector financiero del país afrontó sigilosamente un enorme riesgo.
Heller aclaró que las sanciones anticorrupción de EEUU se utilizaron para intentar reducir la influencia de Hezbolá al atacar a sus aliados, y agregó que el gobernador del Banco Central, Riad Salameh, actualmente investigado por corrupción en Europa, ha trabajado durante mucho tiempo con EEUU para contrarrestar el financiamiento de Hezbolá.
“Washington tendrá que insistir en la necesidad de reformar a sus interlocutores libaneses, coordinándose estrechamente con aliados como Francia. Los funcionarios estadounidenses deberían presionar a los líderes del Líbano para que cumplan con las condiciones previas de asistencia del FMI, incluso tomando medidas para reestructurar el sector financiero, consolidar sus bancos en quiebra y auditar el Banco Central, medidas que las élites libanesas han tratado de obstruir. Además, EEUU debe insistir en que cualquier plan de recuperación económica debe proteger a los pequeños depositantes y brindar apoyo social a los más vulnerables del país”, afirma.
“Pero luchar realmente contra la corrupción en el Líbano requerirá algo más que condenar la corrupción en términos retóricos y abogar por reformas específicas. Requerirá que Washington rompa públicamente con las élites financieras como Salameh, que son responsables del colapso del país. Esto es vital porque la lucha política interna sobre a quién se debe culpar por la crisis y quién debe asumir sus costos aún continúa. El Banco Central y los bancos comerciales del Líbano niegan su responsabilidad en la situación actual del país. Han argumentado que esta debería repararse a expensas del público libanés. En este debate interno, las élites que buscan obstaculizar la reforma sacan fuerza de sus lazos con EEUU, razón por la cual siempre han tratado de presentar las interacciones con los funcionarios estadounidenses como un apoyo de Washington. No se debe verse que EEUU está del lado de las mismas élites que se resisten a las reformas necesarias”.
“Además de culpar a los funcionarios libaneses por su papel en la crisis actual, la administración Biden puede señalar su seriedad en la lucha contra la corrupción al imponer nuevas sanciones a figuras libanesas corruptas en todo el espectro sectario y político. Debería hacer un seguimiento de sus sanciones anticorrupción de octubre de 2021 apuntando a políticos, banqueros y figuras de los medios implicados en la corrupción pública, incluidas personas asociadas con partidos tradicionalmente amistosos con EEUU”.
Source: Foreign Affairs