Rusia sabía desde el principio lo que quería en el actual conflicto con Ucrania, se fijó límites y un marco dentro del cual moverse, y adoptó para su propia operación una estrategia apropiada, que es liberar el territorio del Donbás, donde están situadas las repúblicas de Donetsk y de Lugansk, habitadas mayoritariamente por rusos, y “presionar para hacer que el oponente se dé por vencido”. En otras palabras, desde el principio, Rusia se apoyó en los logros sobre el terreno y en la negociación para lograr objetivos definidos y con costos mínimos, y así evitó la guerra de desgaste en la que EEUU deseaba y aún desea ver hundirse a Rusia. Esta estrategia rusa estaba basada en varios puntos:
El primero es evitar poner gran parte de sus fuerzas militares sobre el terreno, y contentarse con usar 1/13 de ellas solo para actuar en dos direcciones: la dirección norte hacia el Donbass y la dirección sur hacia la orilla del Mar de Azov y el Mar Negro.
El segundo es evitar entrar en la mayoría de las grandes ciudades y contentarse con sitiarlas, escapando así en gran medida de las batallas urbanas y de la guerra callejera.
La tercera es evitar un avance en profundidad hacia el oeste, y contentarse con tomar una franja fronteriza en el este y el sur, incluyendo toda la región del Donbás, a una profundidad aceptable que no constituya una carga para las unidades y formaciones logísticas rusas ni prolongue las rutas de abastecimiento. Esto evita la dispersión de fuerzas en el campo de batalla.
Por otro lado, Rusia realizó un trabajo de campo sistemático y deliberado que la colocó en una posición privilegiada para implementar sus objetivos y también le permitió producir la presión adecuada para llevar al oponente a la mesa de negociación. Y fue capaz de lograr lo siguiente:
– Permitir a las fuerzas de las Repúblicas de Donbas (Donetsk y Lugansk) tomar el control de amplias zonas de su territorio para incorporarlas a las zonas bajo control de los dos gobiernos que declararon su independencia y secesión de Ucrania.
– Destruir las capacidades militares de las fuerzas armadas ucranianas, de modo que el equivalente al 75% de estas capacidades ha quedado fuera de servicio, especialmente la aviación, la defensa aérea, los tanques y vehículos blindados y la marina.
– Destrucción de la infraestructura militar del ejército ucraniano y corte de sus rutas de suministro desde Occidente de forma extensiva y a un ritmo elevado.
– Asestar un duro golpe al programa de investigación bacteriológica y biológica en la región oriental de Ucrania, que está financiado y administrado por EEUU y que aparentemente iba dirigido contra Rusia y sus intereses de seguridad y defensa.
– Privar a Ucrania de sus costas en el Mar de Azov y el Mar Negro. Luego de neutralizada su armada se recrudeció el bloqueo de todas sus costas desde el mar.
– Conectar la Península de Crimea con un corredor terrestre y dotarla de agua dulce para asegurar su regreso a la forma de vida normal, a diferencia de lo que ha sido el caso desde su reincorporación a Rusia en 2014.
– Continuar la presencia directa en el terreno de manera adecuada a los objetivos, lo que impide que Ucrania escape del punto de mira de Rusia, y también impide que sea incluida en la OTAN por más de una consideración legal o militar sobre el terreno.
A la luz de lo anterior, Rusia se encontró con que, en menos de 40 días, logró muchos logros militares. Por lo tanto, Putin tomó su decisión de reducir la presencia militar en dirección norte en el frente de Kiev, no porque le resultara difícil permanecer allí o porque enfrentara una supuesta resistencia, sino porque se adhiere estrictamente a la regla de proporcionalidad y necesidad sobre el terreno, ya que vio que no hay necesidad de seguir soportando las cargas del despliegue allí mientras que la presión y la neutralización requeridas puedan lograrse por otros medios y direcciones menos costosos.
En la primera fase de su operación, Rusia ha sido capaz de conseguir sobre el terreno la mayor parte de los objetivos de la operación, por lo que ha pasado a la segunda fase, cuyo principal objetivo será la garantía de los logros de la primera fase. En esta fase, buscará tomar el resto del territorio de la región de Donbas en manos del gobierno de Kiev y la continuación del bloqueo naval y el ataque en profundidad a las vías de abastecimiento desde Occidente con la amenaza constante de la escalada y la sorpresa, abriendo nuevos frentes si es necesario y agotando al gobierno de Kiev y obligándolo finalmente a aceptar lo que quiere Moscú.
EEUU, que durante mucho tiempo había deseado esta guerra, se dio cuenta de que Rusia logró la mayor parte de lo que quería y lo impuso por la fuerza, y que hasta ahora ha escapado de la guerra de desgaste a la que EEUU quería atraer, lo que significa que ganó, contrariamente. a lo que muchos en Occidente esperaban. También ha escapado en gran medida a las consecuencias de la guerra económica que se libró en su contra, que no cuenta con el apoyo de decenas de países, y ha hecho de esta guerra un arma de doble filo, que dañará los intereses europeos en gran medida y ha expuesto al dólar estadounidense a un riesgo inconmensurable. Por esta razón, EEUU ha vuelto al método tradicional habitual, es decir, una guerra informatica con mentiras y fabricaciones.
Pero creemos que Occidente, a pesar de este comportamiento, no podrá ir muy lejos. No es capaz de aprobar una resolución del Consejo de Seguridad contra Rusia, ni está a punto de intervenir militarmente contra ella, después de que Putin cortara el paso a quienes lanzaban tales amenazas esgrimiendo su poder nuclear. Por todo ello, se puede decir que Rusia, que sigue una gran potencia, política y económica, lleva las riendas del control de la situación y se ha clasificado hasta ahora como la ganadora.
Source: Binaa