“El embajador de EEUU en Berlín, Richard Grenell, se dirige a Alemania como si fuera una colonia estadounidense cuando se trata del gasoducto Nord Stream 2”, dijo Klaus Ernst, presidente de la Comisión del Bundestag para la Economía y la Energía.
“Los estadounidenses quieren vender su gas en el mercado europeo. Las medidas que emprenden no siempre son agradables. Se han vuelto no solo contra los rusos sino también contra los europeos, por ejemplo, contra las empresas alemanas que participan en el proyecto Nord Stream 2. Las acciones del embajador estadounidense en Alemania son inadmisibles. Tenemos la impresión de que creen que somos una colonia de EEUU”, dijo Ernst en una conferencia sobre cooperación Rusia-UE sobre el gas.
El parlamentario señaló además que el gas natural ruso se adapta mejor a Alemania que el gas licuado de EEUU por razones ambientales y por su precio atractivo.
En marzo, el vicepresidente del Parlamento alemán, Wolfgang Kubicki, del Partido Liberal Democrático, propuso expulsar al embajador de EEUU por sus comentarios sobre el gasto militar de Berlín. Según Kubicki, el diplomático “se comporta como un alto comisionado de una fuerza de ocupación”.
En enero, Grenell envió cartas a varias compañías alemanas, amenazándolas con sanciones en respuesta a su participación en el proyecto del gasoducto Nord Stream 2. Alemania consideró las declaraciones del embajador como un caso de injerencia en sus asuntos internos.
El Nord Stream-2 es un gasoducto de 1.200 kilómetros de longitud que unirá Rusia con Alemania, pasando por debajo del Mar Báltico. Su puesta en servicio está programada para fines de 2019. El gasoducto tendrá una capacidad de transferencia de 55.000 millones de metros cúbicos de gas por año. El proyecto está a cargo de la compañía rusa Gazprom, en cooperación con los grupos europeos Engie, OMV, Shell, Uniper y Wintershall.
Según Sputnik, EEUU ha amenazado repetidamente con imponer sanciones contra el proyecto Nord Stream 2 y sus participantes europeos, al tiempo que promueve su gas natural licuado, que tiene un precio más alto que el gas ruso.
EEUU cree que el proyecto Nord Stream-2 incrementará la dependencia europea del gas ruso y la influencia de Rusia en Europa, un continente que busca ahora liberarse del yugo estadounidense.
Para los alemanes y europeos el tema tiene un lado económico. Un gas norteamericano más caro haría más costosa la producción de sus automóviles y a estos menos competitivos a nivel internacional. Pero el tema es, sobre todo, de soberanía. Si ellos permiten esta injerencia de EEUU, crearán un mal precedente que hará que Washington intervenga de forma constante en sus asuntos internos y políticas económicas. Y ningún alemán ni europeo quiere eso.
Source: Agencias