Siria designó su primer parlamento post-Assad el domingo 5 de octubre, en un proceso criticado por su falta de democracia. Un tercio de los miembros serán nombrados por el presidente interino Ahmad Al-Shara.
Se espera que la formación de este parlamento consolide el poder de Ahmad Al-Shara, quien derrocó a Bashar Al-Assad en diciembre de 2024 con el apoyo de Occidente y algunos países árabe-islámicos.
Dos provincias del noreste de Siria, bajo control kurdo, así como la provincia de Suweida, de mayoría drusa y escenario de recientes episodios de violencia, están excluidas del proceso.
Treinta y dos de los 210 escaños permanecerán vacantes tras estas elecciones, en las que las mujeres están subrepresentadas.
El futuro parlamento contará con 140 miembros nombrados por comités locales formados por la comisión electoral designada por Al-Shara, y 70 designados por el presidente interino.
“No son elecciones”
“Apoyo al gobierno y estoy dispuesto a defenderlo, pero estas no son elecciones reales”, afirma Louay al-Arfi, funcionario jubilado. “Es una necesidad de la fase de transición, pero queremos elecciones directas”, añade después el hombre de 77 años, sentado con sus amigos en el café Al-Rauda, en el centro de Damasco.
El nuevo régimen disolvió la Asamblea Popular, el órgano legislativo durante el pasado régimen.
El nuevo parlamento ejercerá funciones legislativas hasta la adopción de una constitución permanente y la celebración de nuevas elecciones, según la Declaración Constitucional proclamada en marzo.
En septiembre, Ahmad Al-Shara declaró la imposibilidad de celebrar elecciones directas en ese momento. En particular, citó el pretexto de que la presencia de un gran número de sirios en el extranjero sin la documentación pertinente complicaba la situación.
Cientos de miles de sirios huyeron del país durante la guerra en Siria.
Concentración excesiva de poder
El referéndum del domingo ha sido criticado por organizaciones de la sociedad civil, que denuncian una concentración excesiva de poder en manos del presidente y la falta de representación de las comunidades étnicas y religiosas del país.
En un comunicado de mediados de septiembre, 14 ONG afirmaron que esta elección permitiría al presidente “constituir una mayoría parlamentaria basada en personas que él mismo elige o cuya lealtad se garantiza”, lo que podría “socavar el principio de pluralismo en el que se basa cualquier proceso democrático genuino”.
“Pueden llamar a este proceso como quieran, pero no son elecciones, es un nombramiento”, declaró a AFP Bassam al-Ahmad, director ejecutivo de la ONG “Sirios por la Verdad y la Justicia”, con sede en París.
Marginación
“Las elecciones podrían haber representado un nuevo punto de inflexión política tras la caída del régimen anterior, pero la marginación de muchas regiones demuestra que no se respetan las normas de participación política”, lamenta Nishan Ismail, un maestro de escuela de 40 años del noreste controlado por los kurdos.
Las negociaciones entre los kurdos, que exigen un sistema de gobierno descentralizado, y el gobierno, que rechaza “cualquier forma” de descentralización, aún no han concluido.
200 km más al sur, Bourhan Azzam, de 48 años, activista de la ciudad de Suweida, controlada por las facciones drusas y también excluida, coincide. Este proceso “no respeta las reglas básicas de la democracia”, afirmó.
Source: Agencias