Activistas que participaron en la Flotilla Global Sumud relataron los detalles de sus experiencias durante la piratería y la agresión israelí contra los barcos, así como durante su detención.
Desde el miércoles pasado por la noche, las fuerzas de ocupación israelíes incautaron 42 barcos pertenecientes a la Flotilla Global Sumud mientras navegaban en aguas internacionales hacia Gaza, arrestando a cientos de activistas internacionales a bordo.
En este contexto, el Ministerio de Asuntos Exteriores turco anunció el sábado que aproximadamente 137 activistas detenidos por el enemigo por participar en la flotilla habían llegado a Turquía tras ser deportados.
La activista Iqbal Gurpinar afirmó que el enemigo había demostrado una vez más su debilidad ante la opinión pública internacional, revelando su verdadera naturaleza. “Querían que lloráramos, pero no lo hicimos. En cambio, reímos y cantamos. Se quedaron impactados y preguntaron: ‘¿Cómo puede esta gente seguir tan contenta?’. Nos dejaron con hambre. En una habitación con 14 personas, les sirvieron un solo plato de comida, casi sin calorías”, declaró.
Continuó: “No nos dieron agua potable. Confiscaron todos nuestros medicamentos y los tiraron a la basura. Nos robaron todo. Los soldados se llevaron nuestras computadoras, teléfonos y cargadores y los metieron en sus bolsas. Robar es parte de su naturaleza. Robaron la patria palestina”.
El colapso de la imagen de “Israel” en Europa
La activista Zeynep Dilak Tik Ocak declaró: “No esperaba que Israel desplegara tal locura en un lugar donde se reunían representantes de 72 países”.
Añadió: “Tras protestar por el discurso del llamado Ministro de Genocidio, Itamar Ben-Gvir, aumentaron la violencia. Gritamos consignas y no le permitimos hablar mucho, por lo que se enfureció muchísimo. Después de eso, comenzaron a ejercer aún más presión sobre nosotros”.
Ocak añadió: “Había activistas de 72 países, incluyendo representantes, líderes sindicales, abogados y personas de diversas profesiones. Cuando estábamos juntos en las celdas, todos decíamos: Cuando regresemos a nuestros países, mostraremos la verdadera cara de Israel”.
La activista Ayçin Kant Oğlu declaró: «Hicimos lo que teníamos que hacer y lo prometimos. No les tememos. Cometieron actos de la mayor decadencia moral. En el lugar donde colocaron a las mujeres detenidas, colgaron una gran pancarta de tela con una imagen de Gaza después de la destrucción, y escribieron: «Bienvenidos a Gaza. Esto es el colmo de la desvergüenza».
Kant Oglu confirmó que las mujeres fueron sometidas a registros corporales, diciendo: “Nos quitaron todo. En cada puesto de control, nos registraron repetidamente, incluso la boca y entre los dientes. Intentaron tratarnos como terroristas, pero gritamos que no éramos criminales, que eran ellos los que violaban la ley y secuestraban a la gente”.
El activista francés de origen marroquí, Yassine Benjelloun, confirmó que a los activistas se les negó el acceso a medicamentos y no se les proporcionó agua hasta 32 horas después de su arresto.
Además de los malos tratos, los activistas fueron sometidos a torturas, incluyendo equipos de francotiradores que irrumpieron en las salas de detención con perros policía, despertando a los detenidos e impidiéndoles volver a dormir, según Benjelloun.
El activista estadounidense Windfield Beaver y la activista malasia Hazwani Helmi declararon a Reuters en el aeropuerto que vieron cómo la activista sueca Greta Thunberg era maltratada y que la empujaron y la obligaron a llevar la bandera israelí.
Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores turco indicaron que entre los activistas que llegaron al aeropuerto de Estambul el sábado se encontraban 36 ciudadanos turcos, además de ciudadanos de Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos, Argelia, Marruecos, Italia, Kuwait, Libia, Malasia, Mauritania, Suiza, Túnez y Jordania.
La Flotilla Global Sumud, que zarpó a finales de agosto, representa el último intento de los activistas por desafiar el bloqueo naval israelí de la Franja de Gaza, que ha sido objeto de una campaña genocida que se ha cobrado la vida de más de 67.000 personas, además de decenas de miles de heridos, una destrucción generalizada de infraestructuras y una catástrofe humanitaria sin precedentes.
Source: Agencias (traducido por el sitio de Al Manar en español)