Durante dos días, Rihab Kamel, miembro de la comunidad alauí, se escondió con su familia en el baño de su casa en la costa siria mientras hombres armados aliados con las autoridades perseguían a esta minoría asociada con el régimen caído de Bashar al-Assad.
“Apagamos las luces y nos escondimos”, dijo la madre de 35 años, que se vio obligada a abandonar su casa en la ciudad portuaria de Banias.
“Cuando pudimos huir de nuestro barrio en Al-Qusur, vimos las calles llenas de cadáveres”, cuenta a AFP desde una región de Siria cercana a la frontera con el Líbano, después de que una familia cristiana la albergara.
“¿Cuál es el delito de los niños? ¿Son también ellos partidarios del régimen caído?” se pregunta, asegurando que “la comunidad alauí es inocente”.
La violencia comenzó tras un sangriento ataque el jueves contra las fuerzas de seguridad en la costa occidental de Siria, un bastión de la comunidad alauí, una minoría musulmana de la que proviene el ex presidente.
Las fuerzas de seguridad de las nuevas autoridades y grupos aliados con ellas intervinieron, desatando la peor violencia desde que una coalición de rebeldes dominada por sunníes radicales tomó el poder el 8 de diciembre.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR), una ONG con sede en el Reino Unido y una amplia red de fuentes en Siria, “745 civiles alauíes han sido asesinados” desde el jueves.
Una fuente de seguridad citada por la agencia oficial SANA informó el viernes de “atrocidades aisladas”, mientras que el presidente Ahmad al-Shara llamó el domingo a la paz civil.
Pero en la costa siria hay informes de liquidaciones metódicas.
Llamamiento a “ayuda”
En Banias, Samir Haidar escapó por poco de la muerte: logró huir justo antes de la llegada de los hombres armados, pero sus dos hermanos y su sobrino no tuvieron tanta suerte.
Este alauí de 67 años pasó más de diez años en las cárceles de Assad, a quien se oponía, junto con sus hermanos.
Dijo que escuchó explosiones y disparos el viernes por la mañana con la llegada de fuerzas desplegadas en la ciudad, incluidos “combatientes extranjeros”, según él.
“Entraron en el edificio y mataron a mi único vecino (…) Si hubiera esperado cinco minutos, habría muerto”, declaró a AFP el hombre, que se refugió con su mujer y sus dos hijos en un barrio sunní de la ciudad.
Cien metros más adelante, los hombres armados entraron al edificio donde vivía su hermano. “Reunieron a todos los hombres en el tejado y les dispararon. Todos murieron, incluido mi hermano.”
Su segundo hermano, de 74 años, también fue asesinado junto con su hijo y otros hombres del edificio.
“Hay casas con cuatro o cinco cadáveres”, afirmó, pidiendo “ayuda para enterrar” a las víctimas.
“Cuerpos al mar”
En la ciudad costera de Latakia, los residentes dijeron a AFP que grupos armados habían secuestrado a varios alauíes, que luego fueron encontrados muertos. Entre ellos se encontraba Yasser Sabbuh, director de la Casa de la Cultura, un organismo estatal, cuyo cuerpo fue arrojado frente a su casa.
Unos kilómetros más al sur, en la ciudad de Yableh, un residente que pidió el anonimato llamó a AFP entre lágrimas, aterrorizado por los grupos armados que han tomado el control de la ciudad.
“En casa somos seis, incluidos mis padres y mis hermanos. Hace cuatro días que no hay electricidad, ni agua, no tenemos nada para comer y no nos atrevemos a salir”, confiesa.
“Más de cincuenta personas, entre mis familiares y amigos, fueron asesinadas. Recogieron los cuerpos con excavadoras y los enterraron en fosas comunes”, añade. “Incluso arrojaron los cuerpos al mar”.
Yaafar Ali, un alauita de 32 años, pudo llegar al vecino Líbano con su hermano.
“No creo que vuelva pronto” a Siria, admite. “Queremos ser acogidos en un país seguro donde no seamos reprimidos como alauíes, o queremos protección internacional.”
Source: AFP