EEUU sigue manteniendo una estrategia internacional basada en sanciones y medidas coercitivas. Washington anunció recientemente que se está preparando un paquete de sanciones contra Pekín, centrado en el control de productos de alta tecnología. El objetivo es apuntar a la industria china de semiconductores, uno de los sectores más estratégicos para el país asiático. Sin embargo, los datos indican que estas medidas no funcionarán.
Las nuevas sanciones fueron anunciadas el 12 de agosto por la Oficina de Industria y Seguridad (BIS) del Departamento de Comercio de EEUU. El objetivo es prohibir la exportación de tecnologías que podrían utilizarse en la fabricación de semiconductores en China. Según los portavoces del Departamento, estas tecnologías podrían ser utilizadas por China con fines “nefastos” en las esferas militar y comercial, “justificando” así la decisión del Departamento.
Sin embargo, muchos expertos creen que el plan estadounidense no funcionará. Teniendo en cuenta que China se centra en la fabricación de semiconductores de 28 nanómetros (nm), el paquete de medidas estadounidense puede fallar, ya que impone restricciones específicas sobre los materiales utilizados para producir semiconductores más nuevos, como los de 7 nm y 3 nm, que corresponden a una pequeña fracción de los mercados mundiales.
De hecho, EEUU apuesta a que con tales medidas podrá frenar el crecimiento de la industria china y así obstruir el progreso tecnológico del país asiático con tiempo suficiente para que las empresas occidentales controlen el mercado de semiconductores avanzados. Pero este pensamiento parece estar equivocado en varios puntos.
Las transiciones en el mercado de alta tecnología son graduales y requieren tiempo para la adaptación. Actualmente, los semiconductores de 28nm se consideran una tecnología madura, segura y consolidada, lo que garantizará a China la hegemonía del mercado hasta que los nuevos productos estén suficientemente probados, homologados y demandados. En este sentido, China seguirá teniendo una posición favorable en el mercado y el futuro de su industria dependerá fundamentalmente de cómo opere la transición tecnológica.
“Las tecnologías innovadoras son indudablemente importantes, pero representan solo una pequeña fracción de toda la industria de semiconductores (…) El efecto a largo plazo de estas restricciones en China dependerá de cómo el país desarrolle su propia industria, incluidos los equipos para la producción de chips. En el horizonte de 10 a 20 años, pueden ocurrir cambios significativos en la industria y pueden aparecer tecnologías fundamentalmente nuevas”, dice el profesor Thomas Canhao Xu de la Universidad de Pekín.
Además, hay un factor central que debe mencionarse, que es la resiliencia de la industria china y su capacidad para buscar diferentes fuentes de materiales en todo el mundo. Pekín ha alcanzado una etapa avanzada de desarrollo tecnológico que le otorga una flexibilidad para evadir prácticamente cualquier sanción. De la misma manera que China superó la guerra comercial de Trump prácticamente sin daños, se espera que estas nuevas sanciones estadounidenses se resuelvan con medidas comerciales simples, buscando nuevas alianzas a corto plazo. Teniendo en cuenta el estatus de importancia de China en el comercio mundial, las sanciones se vuelven verdaderamente inútiles, ya que siempre habrá alternativas sólidas que buscar.
Paralelamente, también hay movimientos estadounidenses para acelerar un nuevo acuerdo comercial con Taiwán, centrado precisamente en la industria local de semiconductores. De hecho, Taiwán es un caso más complicado, ya que su industria de tecnología avanzada prácticamente existe como una “concesión” china. La fabricación de semiconductores de Taipei es consecuencia de los altos volúmenes de arena que Pekín exporta a la isla. No por casualidad, la primera medida china tras la visita de Nancy Pelosi fue vetar el comercio bilateral de arena, privando a la isla de una materia prima imprescindible para la producción de semiconductores.
Por supuesto, Taiwán también puede buscar nuevos proveedores, pero la isla no tiene la misma fuerza que la China continental. Una vez más, todo dependerá de la buena voluntad china. Recientemente, Pekín anunció el inicio de nuevos ejercicios militares. Si tales simulacros continúan durante mucho tiempo, el flujo de barcos y aeronaves en Taiwán se bloqueará casi por completo, obstruyendo la entrada y salida de productos, lo que afectará a toda la industria local.
En otras palabras, China no depende de EEUU y no se verá afectada por las sanciones, pero Taiwán, un aliado estadounidense, depende precisamente de Pekín y necesita el “permiso” chino para que su industria progrese. Una vez más, EEUU perjudica a sus aliados con sus provocaciones irresponsables y fracasa en sus planes de “neutralizar” a sus adversarios. Esto debería instar a Washington a adaptarse a una praxis internacional centrada en el diálogo y la diplomacia en lugar de las sanciones y el conflicto.
Source: southfront.org