Bombarderos estratégicos de países de la OTAN vuelan a 20 kilómetros de las fronteras de Rusia, que es una línea roja para el jefe de Estado ruso, Vladimir Putin. Frente a las acciones occidentales, es obvio que Rusia tendrá que tomar medidas disuasorias adicionales.
Vladimir Putin, que asistió a una reunión ampliada con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, no dejó en ella de abordar el tema de las recientes acciones de la OTAN en el Mar Negro: “En lo que respecta al Mar Negro, los últimos acontecimientos van más allá de ciertos límites. Los bombarderos estratégicos vuelan a una distancia de 20 kilómetros de nuestra frontera estatal y portan, como ustedes saben, armas muy peligrosas”.
El presidente ruso también llamó la atención sobre el hecho de que las acciones de los países occidentales, que agravan la situación actual, se están produciendo no solo en el Mar Negro, sino también en otras áreas cercanas a las fronteras de la Federación Rusa. “Sí, constantemente expresamos nuestras preocupaciones sobre esto, hablamos de líneas rojas, pero por supuesto también entendemos que nuestros socios son muy especiales y que, por decirlo suavemente, reaccionan a todas nuestras advertencias de manera muy superficial”, declaró el jefe de Estado ruso.
Sin embargo, recordó que Rusia reaccionará a estos desafíos. “La OTAN ha tomado la iniciativa de romper todos los mecanismos de diálogo. Por supuesto, responderemos adecuadamente a la actividad militar de los miembros de la OTAN a lo largo del perímetro fronterizo ruso”.
Al mismo tiempo enfatizó que Rusia no necesita conflictos en sus fronteras occidentales. “Nuestras advertencias recientes (a los países occidentales) todavía se sienten y están teniendo cierto efecto. Necesitamos mantener nuestro estado defensivo, para que ni siquiera piensen en organizar algún tipo de conflicto en nuestras fronteras occidentales, que no necesitamos”.
Cabe señalar que el lunes 15 de noviembre, el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, cuyo país también está en tensión con los países occidentales, declaró que los países occidentales buscaban empeorar la situación en la región, como lo demuestran las maniobras de EEUU y OTAN en el Mar Negro. También dijo que discutió este tema con Vladimir Putin.
Hablando ahora de las perspectivas para el futuro, es obvio que frente a un establishment occidental que comprende plenamente el final de su proyecto hegemónico unipolar, pero que al mismo tiempo se aferra por todos los medios a este concepto del pasado, será muy necesario realizar acciones que lo pongan en su lugar: el de una minoría extrema a escala planetaria.
Ciertamente, estas acciones deben dividirse en varios componentes. En la parte europea, dado que es precisamente en ella donde se organizan las maniobras de provocación cerca de las fronteras rusas, será necesario aumentar el arsenal de disuasión que enfríe las mentes de los más temerarios. En cuanto a EEUU, maestro de los nostálgicos de la unipolaridad y principal iniciador de las provocaciones en cuestión, ciertamente será necesario incrementar la interacción con el eje soberanista latinoamericano y seguir defendiendo a los países afectados por la desestabilización estadounidense.
Y, si es necesario, debemos aumentar nuestra interacción en América Latina con otros socios, en particular China e Irán, cuya creciente influencia en esta región también está poniendo a Washington en un estado de histeria virtual. Aún en el marco latinoamericano, ciertamente ha llegado el momento de reforzar muy considerablemente la presencia militar rusa dentro de los países aliados de Rusia y del eje multipolar, como Cuba, Nicaragua y Venezuela. Con la ventaja añadida de poder organizar maniobras militares conjuntas cerca de las fronteras estadounidenses.
En el Pacífico, donde Washington también está llevando a cabo acciones hostiles frente a Rusia y China, Moscú y Pekín deben responder coordinadamente a cualquier acto que pueda afectar los intereses chino-rusos, incluso mediante la expansión de maniobras militares conjuntas a gran escala.
El presidente ruso nos ha recordado que un cierto efecto de las advertencias ya es visible en el lado occidental. Pero ante un caso clínico que no deja lugar al optimismo, los remedios deben estar a la altura de la enfermedad.
Source: Observateur Continental