El ex comandante del frente norte del ejército de ocupación israelí, el coronel Asher Ben-Lulu, aseguró que en su experiencia “los misiles de Hezbolá no se oxidan, y sí, en los próximos años, serán más poderosos y más precisos”.
Ben-Lulu fue parte de las reacciones que brotaron en diversos protagonistas israelíes al comentar la última escalada militar que ocurrió la semana pasada en el sur del Líbano, así como el discurso del secretario general de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasralá. Las previsiones parecen pesimistas. El establishment político israelí nunca esperó la respuesta de Hezbolá.
Según el ex jefe de la brigada Kfir, “se está gestando un período muy sensible a la luz de la batalla librada por Irán contra “Israel”, y los intentos de seguir creando ejes estratégicos de resistencia en las fronteras”, de la Palestina ocupada.
Otro militar israelí de alto rango, el mayor general de reserva Yaakov Amidror, también expresó su pesimismo. “Si se toma la decisión de ir a la guerra contra el Líbano, será una guerra cruel, complicada, incluso muy compleja”, dijo al Canal 12 israelí.
Estas declaraciones llegan después del discurso del secretario general de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasralá, que ha sido objeto de análisis y debate por parte de varios medios israelíes para inferir mensajes dirigidos a los israelíes.
Haaretz sintió que Sayyed Nasralá les transmitió que “a pesar de las dificultades en el Líbano, no dudaremos en responder al fuego israelí”.
El Canal 12, por su parte, considera que el mensaje declarado de Sayyed Nasralá es que cada ataque aéreo en territorio libanés ciertamente será contrarrestado por una respuesta.
La resistencia libanesa respondió el viernes 6 de agosto a los ataques aéreos israelíes perpetrados contra dos áreas abiertas el día anterior, que tuvieron lugar después de que los bombardeos de artillería se repitieran cuatro veces durante la jornada del jueves 5 de agosto, en respuesta a dos cohetes disparados desde el sur del Líbano y que cayeron no lejos de la colonia Kiriat Shmona, provocando grandes incendios, y que no han sido reivindicados.
La resistencia disparó una andanada de unos 20 cohetes de 122 mm contra las inmediaciones de las posiciones israelíes establecidas en las Granjas de Shebaa, territorio ocupado por la entidad sionista y reclamado por el Líbano.
La respuesta de Hezbolá a los ataques aéreos israelíes sorprendió al gobierno israelí, que estaba seguro de que no se llevaría a cabo, dice Maariv.
El régimen israelí supuso que Hezbolá estaba demasiado ocupado en los problemas provocados por la crisis económica y financiera que atraviesa el Líbano, sin contar la campaña de demonización y presión llevada a cabo en su contra por los secuaces de EEUU en el país, para tomar represalias contra el ataque aéreo, el primero desde 2006.
De ahí la necesidad, según el diario israelí, de “reexaminar a fondo los métodos de análisis de la información requerida por los servicios de inteligencia y asegurarse de que no existió una cierta arrogancia exagerada en las estimaciones que preveían que Hezbolá no iba a tomar represalias”.
La escala de la respuesta también fue sorprendente, sin mencionar su reivindicación directa por parte de Hezbolá.
Según el periódico libanés Al Akhbar, los ataques aéreos israelíes también iban a tener repercusiones positivas para el nuevo primer ministro israelí, Naftali Bennet, que quería probarse a sí mismo frente a su oponente, el ex primer ministro Benyamin Netanyahu, que nunca se había atrevido a realizar un ataque aéreo contra el Líbano, pero erró en su cálculo.
Una de las lecciones aprendidas de esta último choque cara a cara entre la entidad sionista y Hezbolá es que no se debe apostar por los desarrollos internos libaneses para disuadir a este último a responder a los ataques israelíes. Por el contrario, podrían presionarlo para seguir adelante, especialmente cuando muchas voces le instan a hacerlo.
Source: Press TV