“Irán está bien”, se lee en un artículo de Henry Rome en la edición del 5 de noviembre de la revista estadounidense Foreign Affairs que dibuja una imagen de los efectos de la campaña de máxima presión lanzada por el Administración de Trump contra Irán.
Hace un año, la administración del presidente de los EEUU, Donald Trump, lanzó lo que ella llamó una campaña de “máxima presión” contra Irán. EEUU se retiró del acuerdo nuclear con Irán en mayo de 2018. En noviembre, nuevamente impuso una serie de sanciones económicas que redujeron las exportaciones de petróleo iraní y restringieron el acceso del país al sistema financiero internacional. Algunos analistas predijeron que las sanciones debilitarían su economía y hundirían a Irán en una “espiral de muerte”, dejando a Teherán con la opción de rendirse o colapsar. Pero estas predicciones no se hicieron realidad.
Contra todo pronóstico, Irán está entrando en su segundo año bajo “presión máxima”, confiando en su estabilidad económica y posición regional. El Líder de la Revolución Islámica, Ayatolá Ali Jamenei, y otros líderes del país probablemente continuarán en la misma línea: la de “torturar” el mercado petrolero mientras fortalecen su economía no petrolera. Además, Teherán continuará expandiendo su programa nuclear y negándose a hablar con Washington.
Incluso después de la retirada de EEUU del acuerdo nuclear (PAIC), Irán esperaba que las otras partes del acuerdo ayudaran a fortalecer su economía. Después de todo, se comprometieron a apoyar las exportaciones de petróleo de Irán. Pero debido a la presión y las amenazas de Washington, este apoyo, en lo que se refiere a los países europeos, nunca se materializó. De hecho, Europa ha ayudado a diseñar un mecanismo financiero (INSTEX) que evitaría las sanciones de EEUU, pero este mecanismo solo se ocupa del comercio humanitario.
Una de las razones por las que la economía iraní ha sobrevivido bajo la presión de las sanciones es su diversificación. En 2017, el petróleo crudo representó solo el 43% de las exportaciones de Irán. Como resultado, los sectores de servicios industriales, agrícolas y no petroleros pudieron reducir el impacto de unos menores ingresos petroleros. Además, la mayoría de las oportunidades de empleo en Irán están en los sectores no petroleros, que han mostrado una mayor resistencia a las sanciones de EEUU.
Uno de los objetivos de la campaña de presión máxima de los EEUU era aumentar el costo de las actividades regionales de Irán. Sin embargo, el país parece estar entrando en un segundo año bajo presión con una posición regional más fuerte.
Source: Foreign Policy