El conflicto en el sur de Yemen entre los Emiratos Árabes Unidos y sus mercenarios, por un lado, y Arabia Saudí y los militantes al servicio del gobierno del presidente dimitido Abed Rabbo Mansur Hadi, de otro, ha puesto de manifiesto el carácter ficticio de este último, que no controla ya ninguna de las grandes ciudades de Yemen ni tampoco la mayor parte del país. Esto ha hecho urgente que los yemeníes hayan comenzado ahora a trabajar en el terreno diplomático, que hasta el momento estaba muy relegado frente al militar.
El domingo, el embajador yemení en Teherán, recientemente nombrado, se reunió con el ministro de Exteriores de Irán. Esto se enmarca dentro de la iniciativa de Sanaa de nombrar embajadores en los “países amigos”. Este paso ha ganado apoyo en Iraq y en Siria, que recibirán también pronto a embajadores yemeníes. Se trata del inicio de un reconocimiento internacional que se corresponda al nivel de las victorias logradas por los yemeníes en el terreno militar.
El líder de Ansarulá, Abdel Malik al Huzí, ha exhortado a los yemeníes a defender la soberanía, independencia y libertad de su país y a oponerse a los agresores y sus actos criminales y señaló que aquellos que han servido al enemigo y han apoyado sus crímenes son ahora humillados por el propio enemigo, como pudo verse en el reciente bombardeo saudí de una prisión yemení que causó la muerte a decenas de mercenarios pro-saudíes que estaban encerrados allí.
Esto se enmarca también dentro de los intentos de EEUU para comenzar un diálogo con Ansarulá tras su convencimiento de que Arabia Saudí no ganará la guerra en Yemen y que el Gobierno de Salvación Nacional, con sede en Sanaa, está ahí para permanecer, al menos hasta que se logre un acuerdo político, que en todo caso no será favorable para los derrotados en el campo de batalla, comenzando por Mansur Hadi, al que los expertos consideran ya como un cadáver político.
Para dichos observadores, el Estado yemení está ahora de vuelta de nuevo.
Source: Press TV