Tras el reciente encuentro entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que duró tres horas, ambos mandatarios realizaron una rueda de prensa, al término de la cual muchos periodistas salieron con la impresión de que unas conversaciones directas entre Ankara y Damasco parecen inminentes.
Putin recordó el tratado de seguridad sirio-turco de Adana de 1998, como un precedente que podría “remover muchos obstáculos a la seguridad de Turquía en el sur de la frontera”. Esta cita muestra los esfuerzos de Rusia para resolver todos los problemas entre los dos países vecinos (Siria y Turquía). Poco después, el ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu, dejó también entrever que la declaración de la zona segura en el norte de Siria no era algo inevitable.
Durante la rueda de prensa, Erdogan dijo que no tenía ambiciones en Siria y que Turquía buscaba solo asegurar la seguridad de sus ciudadanos. También justificó la presencia de sus tropas en Siria con “motivos humanitarios”. Además, señaló que el Tratado de Adana señalaba que Siria debía luchar contra las organizaciones terroristas que amenazan la seguridad y fronteras de Turquía subrayando que las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG) es una organización terrorista que busca dividir Siria. En caso de que Siria no lo haga, él dijo que Turquía tenía “el derecho a penetrar en el territorio sirio” hasta una distancia de 5 kms para perseguir a los terroristas.
Lo más llamativo de la cumbre fue, sin embargo, el hecho de que Cavusoglu revelara, por primera vez, que su país estaba manteniendo contactos indirectos con el gobierno sirio sin dar más detalles.
El Tratado de Astana es, sin embargo, un instrumento que funciona en dos direcciones. También obliga a Turquía a entregar a los “elementos terroristas” que amenacen la seguridad y estabilidad de Siria. Las autoridades albergan a miles de personas buscadas por las autoridades sirias.
Un primer paso para la aplicación de nuevo del acuerdo de Astana podría ser la eliminación del Frente al Nusra en Idleb. Dado que Turquía carece de la capacidad de eliminar a este grupo y sus aliados podría dar su consentimiento a una ofensiva del Ejército sirio y la aviación rusa en la provincia de Idleb para destruirlo.
Si el Tratado de Adana se convierte en la solución para la restauración de las relaciones entre Turquía y Siria, esto eliminará para Turquía la necesidad de establecer una zona segura. No puede excluirse que la cumbre tripartita ruso-turca-iraní en Siria en Moscú de febrero suponga el inicio formal de una nueva página en las relaciones sirio-turcas con la bendición de Rusia e Irán.
Source: Diversas