El pasado viernes 25 de agosto, el periódico ruso Pravda habló sobre la reacción de Vladimir Putin, presidente de Rusia, a las alegaciones anti-iraníes de Benyamin Netanyahu durante su encuentro reciente en Sochi.
Según Pravda, “la pesadilla de Netanyahu se convirtió en realidad y todos sus planes se derrumbaron”.
“Durante su visita, el 23 de agosto de 2017, a Rusia, Netanyahu anunció a Putin que el Cuerpo de los Guardianes de la Revolución Islámica y las fuerzas del Hezbolá libanés estaban dispuestos a atacar Israel a través de Siria”, prosiguió Pravda. “Con mucha calma, el presidente ruso dijo que Irán era el aliado estratégico de Rusia en Oriente Medio, pero que Israel era igualmente un socio importante para Rusia en la región”.
Citando a los testigos de esta visita, Pravda añade: “El primer ministro israelí estaba muy estresado y ansioso durante su entrevista con el presidente ruso y pronunció un discurso casi apocalíptico para convencer a Putin de los “peligros” que acecharían al mundo si él “no se oponía a la presencia de Irán en Siria” hasta el punto que cayó en una situación de ridículo. Los testigos recuerdan la mímica y los gestos de un hombre perturbado. También incluyó amenazas de lanzar una guerra contra Siria.
Este discurso no impresionó a Putin, que se contentó con responder: “Lo siento mucho, pero no podemos hacer nada por ti”.
Según Pravda, la indiferencia mostrada por Putin con respecto a Netanyahu y sus amenazas de lanzar una guerra directa contra Siria, Irán y Hezbolá demuestra hasta qué punto el presidente ruso es consciente de los límites de la capacidad de Israel.
Putin sabe perfectamente que Israel no osará en ningún momento lanzar una guerra de envergadura contra Siria sin la luz verde de EEUU. Lo mismo para toda acción militar contra Irán o Hezbolá. Putin conoce también que la sociedad israelí no se alinea necesariamente con las posiciones agresivas del primer ministro.
Los israelíes comprenden los límites de su ejército y no quieren ser la víctima expiatoria de las locuras belicistas de su primer ministro. En este sentido, Putin no habría creído ni una sola palabra del discurso catastrofista de Netanyahu con respecto a su amenaza de recurrir a las armas para “contener a Irán”.
En cuanto a la presencia del eje de Resistencia en los Altos del Golán, la actitud de Putin es también significativa. Parece que esta presencia no desagrada a Rusia. De hecho, la realidad de los combates sobre el terreno y la superioridad del eje de la Resistencia han convencido a los rusos de una cosa: la alianza con Irán vale más que cualquier otra cosa. Es este tipo de consideraciones realistas es lo que ha hecho que también los norteamericanos ignoren las quejas de Netanyahu sobre Siria.
Fuentes bien informadas afirman que Rusia busca reforzar su cooperación con Irán en el plano militar y esto no es por casualidad. Moscú considera que la fuerza que emana del eje de la Resistencia completa su propia fuerza militar y la presencia de este eje refuerza también la posición de Rusia en Siria.
Sin el apoyo prestado por el eje de Resistencia a Siria, Rusia perdería su base naval y la aérea en el Mediterráneo. Y además Hezbolá es la puerta de entrada de Rusia en el Líbano. A todo ello se añade los eventuales contratos militares que Moscú va a firmar con el Ejército libanés y que reforzarán el peso ruso en el escenario político libanés. Y hay tener en cuenta asimismo los vastos yacimientos de gas frente a las costas del Líbano y Siria.
El fracaso de Netanyahu en atraer a Rusia a su campo empuja un poco más a Israel a un estado de desesperación estratégica. La verdadera crisis para la entidad sionista no ha hecho más que empezar.