La Resistencia Islámica en Iraq anunció el lunes que “la base estadounidense de Ain al-Assad, en el oeste del país, fue atacada por un dron”, señalando que “se llevó a cabo un impacto directo”.
Este ataque es el segundo consecutivo que se produjo el lunes en respuesta a las masacres israelíes contra civiles en Gaza.
La resistencia iraquí atacó también la base de ocupación estadounidense de Al-Shaddadi, al sur de la ciudad siria de Al-Hasaka, con una gran salva de misiles, enfatizando que se lograron “impactos directos”.
Una fuente sobre el terreno afirmó que “varios misiles cayeron sobre la base estadounidense de Al-Shaddadi”, señalando que “uno de los misiles alcanzó un cuartel general de militantes de las FDS cerca de la base”.
Señaló “que un dron estadounidense cayó cerca de la carretera Al-Shaddadi-Tal-Jair, al sur de Al-Hasaka”, subrayando que “las fuerzas estadounidenses habían impuesto un cordón de seguridad en la zona”.
Al mismo tiempo, fuentes locales informaron del sonido de explosiones cerca de la base militar estadounidense en Green Village, cerca del campo Al-Omar, en la zona rural oriental de Deir Ezzor.
El líder de las Brigadas iraquíes de Hezbolá, Abu Ali Al-Askari, afirmó que “las operaciones de resistencia contra la ocupación estadounidense continuarán hasta que ésta se retire de Iraq”.
En este contexto, el Departamento de Defensa estadounidense (Pentágono) anunció que el ritmo de los ataques contra el ejército estadounidense en Iraq y Siria ha aumentado un 45% en las últimas tres semanas.
Hay preocupaciones sobre la supervivencia de las fuerzas estadounidenses en ambos países, según la revista The American Conservative, señalando que las fuerzas estadounidenses están arriesgando innecesariamente las vidas de sus soldados, debido a la parálisis política y la falta de medios de acción y coraje político.
Vale la pena señalar que la resistencia ha atacado decenas de veces bases estadounidenses en Siria e Iraq, utilizando cohetes, drones y misiles balísticos de corto alcance.
Source: Diversas