A pocas horas de dos devastadores explosiones, los beirutíes modificaron todas sus actividades para limpiar de escombros una ciudad que parecía una zona de guerra.
Cientos de vecinos cambiaron sus cervezas en el distrito de San Miguel por escobas y mangueras para eliminar el destrozo que causó una de las más grandes desgracias en la historia del país.
Las detonaciones, a unos pocos cientos de metros de ese barrio capitalino, no dejó sanos ventana o puerta alguna en bares, restaurantes y apartamentos.
De hecho, caminar por las calles suponía enfrentar restos de vidrios o estructuras metálicas.
Empero, los residentes acometieron una operación de limpieza con sus propios recursos, pues el Estado aún no se ve presente por lado alguno.
Las molestias de los vecinos se hicieron visibles en Fadlallah, quien con guantes de plástico y una máscara arrojó fragmentos de vidrio a la entrada de la sucursal de la compañía estatal Electricite du Liban.
Los residentes de esa zona capitalina que se caracteriza por muchos sitios de esparcimiento, barren y casi erradicaron las secuelas de las explosiones, ahora ostensibles en los edificios e instalaciones.
“Estamos enviando personas a hogares de ancianos y discapacitados para ayudarlos a encontrar un lugar donde pernoctar”, dijo Husam Abu Nasr, uno de los voluntarios.
Source: PL