Lo que sucedió entre el 30 de abril y el 1 de mayo en Venezuela marca un punto de inflexión: EEUU ya no puede ganar una guerra, incluso cuando es híbrida y, además, librada en su propio “patio trasero”. A pesar de los meses de preparación, Washington ha fracasado en sus intentos de controlar Venezuela por medio de las presiones y el fomento de la sedición y ya no puede obtener “cambios de régimen como en el pasado”. Después de que Corea del Norte, Cuba, Irán y Siria, la República Bolivariana de Venezuela, un país en el patio estratégico de EEUU, ha sido capaz de derrotar literalmente las “operaciones de guerra híbrida” destinadas a un “cambio de régimen”. Esto ha sido, en primer lugar y sobre todo, el fruto de la resistencia de los propios venezolanos, pese a los intentos de EEUU de culpar de su fracaso a la ayuda de Rusia, China, Cuba o Irán al país latinoamericano.
Por lo tanto, el militarismo que caracteriza la presidencia de Trump no ha sido capaz de poner fin a la letanía de derrotas militares acumuladas en los últimos 20 años por EEUU en todo el mundo. EEUU ha estado transformando profundamente su percepción y designando nuevos enemigos. El pretexto de la lucha contra el “terrorismo” parece haber sido ya abandonado en favor de un conflicto más clásico a gran escala contra las “potencias revisionistas”, es decir, Rusia y China, y por supuesto Irán, Corea del Norte, Cuba y Venezuela.
Durante una llamada telefónica el miércoles 1 de mayo, con su homólogo de EEUU, Mike Pompeo, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, emitió una advertencia directa a EEUU diciendo que la injerencia estadounidense en Venezuela constituye una violación flagrante del derecho internacional y tendrá graves consecuencias.
De hecho, y según fuentes bien informadas, el apoyo de inteligencia y de imágenes proporcionado por Moscú ha ayudado en gran medida a derrotar el intento de golpe, pero el apoyo chino e iraní también han contribuido al fracaso de las maniobras de la administración Trump contra Venezuela. Según fuentes bien informadas, el Ejército venezolano dispone de una defensa antiaérea bastante densa sobre la capital, pero también una impresionante cantidad de sofisticados misiles antiaéreos portátiles rusos de corto alcance de hasta 4.000 metros de altitud. Probablemente por esa misma razón los estadounidenses han decidido prohibir el vuelo a sus aeronaves a menos de 9.000 metros sobre el territorio venezolano.
En este sentido, según los expertos, el concepto de guerra híbrida o de cuarta generación inventado por los norteamericanos no es eficiente ni ha logrado ningún resultado satisfactorio para ellos, ya sea en los casos de Siria o Venezuela. Queda la opción de una invasión militar, como ha amenazado recientemente Pompeo, pero ¿son creíbles tales amenazas contra un país que dispone de un ejército bien armado y millones de milicianos dispuestos al combate?
Para Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, que defiende la democracia en América Latina, los eventos recientes son una manifestación del fracaso de los intentos de llevar al poder al títere Guaido. “Está claro que las fuerzas de la oposición han subestimado la capacidad de Maduro para retener el poder”, dijo Shifter, quien cree que las amenazas de Trump sobre el uso de la fuerza son “ineficaces y, a menudo, contraproducentes”.
“Esta política parece estar impulsada más por veleidades que por un pensamiento estratégico”, señaló.
Por su parte, Ivan Briscoe, director del programa para América Latina del International Crisis Group, señala que la mayoría de los expertos realmente no toman en serio las amenazas de operaciones militares de la administración Trump contra un país al que la gran mayoría de estadounidenses no ven como un riesgo para su seguridad.
“Se nos puede decir que la opción militar está sobre la mesa, pero como aún no se ha utilizado y dado que no hay indicios de que vaya a resolver los problemas, creo que el gobierno de Maduro puede considerar justamente tales amenazas como un bluff”, señaló.
Source: Agencias