En la década de 1980, EEUU apoyó a un tirano brutal en Oriente Medio simplemente porque se oponía a Irán, escribió la revista estadounidense Foreign Policy, antes de advertir a Washington de no repita el mismo error hoy apoyando al príncipe heredero de la corona saudí Mohammad Ben Salman.
El príncipe heredero Mohammed bin Salman se sorprendió por las repercusiones del asesinato del columnista del Washington Post, Yamal Khashoggi, por el régimen saudí. Según el Wall Street Journal, en una llamada telefónica reciente con el yerno del presidente estadounidense Donald Trump, Jared Kushner, su confusión sobre la furia oficial de Washington “se convirtió en enojo” cuando dijo sentirse “traicionado por Occidente” y amenazó con “buscar en otro lado” socios extranjeros.
Según Foreign Policy, esta no es la primera vez que un aliado de EEUU en Oriente Medio asume que podría actuar con impunidad debido a su acercamiento a Washington en su enfrentamiento contra Irán.
“En efecto, el fulgurante ascenso al poder del príncipe saudí tiene sorprendentes similitudes con el de un antiguo aliado estadounidense, cuya brutalidad fue ignorada en un primer momento por sus apoyos de Washington: el ex dictador iraquí Saddam Hussein”, agregó la revista estadounidense en un artículo dedicado a las consecuencias del asesinato del periodista saudí por parte de Arabia Saudí en Estambul, Turquía.
Años antes de que Saddam se convirtiera en el principal enemigo de Washington, disfrutó de un importante apoyo de EEUU y otros países occidentales, que terminó cuando finalizó el conflicto con Irán en 1988 y se convirtió en enemistad abierta con la invasión de Kuwait en 1990.
Sin embargo, los antecedentes de este conflicto y el patrocinio anterior de Washington a Saddam brindan lecciones instructivas para la política regional de EEUU hoy en día, pero es posible que los apoyos occidentales no reaccionen enérgicamente ante el asesinato de Khashoggi.
El artículo en la revista estadounidense titulado “Mohammed Ben Salman, el próximo Saddam Hussein”, cree que “la consolidación gradual y brutal del poder de Mohammed bin Salman, marcada por la detención y tortura de sus rivales saudíes, evoca el ataque contra la disidencia dentro del partido iraquí gobernante en 1979, por el joven presidente Saddam Hussein”. Toby Dodge, un destacado experto en Medio Oriente en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos en Londres, le dijo a Bloomberg el año pasado.”El poder en manos de un joven, ambicioso e impredecible es preocupante, como fue el caso en su momento de Saddam Hussein.”
El firme apoyo de Washington a Saddam en la década de 1980 le permitió no solo actuar contra su gente y los países vecinos, sino también amenazar los intereses de seguridad de EEUU, concluye la revista estadounidense.
Source: Foreign Policy