Pareció notable, desde el primer momento de la agresión, que el establecimiento de seguridad israelí movilizara todos sus componentes militares, políticos y mediáticos para desarraigar el movimiento Yihad Islámico, específicamente, después de que se había convertido, en los últimos años, en un serio obstáculo para los planes de colonización de “Israel” en el escenario más importante para la potencia ocupante: la Cisjordania ocupada
Retrocediendo un poco, se verá que el Yihad Islámico desde el final de la batalla de la “Espada de Jerusalén” en 2021, y tras la fuga de la prisión de Gilboa en el mismo año, ha hecho retroceder el reloj de la ocupación israelí en Cisjordania más de 15 años. Y logró, en un tiempo récord, reconstruir los grupos militares combatientes, que rápidamente se expandieron desde Yenín a Tulkarem, Nablus y luego Tubas, mientras otras regiones se preparan para enfrentarse a la ocupación.
El peligro que teme Israel es el despertar, no de las células del movimiento militar del Yihad Islámico o Hamas que están tratando de hacerlo, por supuesto, sino más bien que un componente sensible como las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, el brazo militar del movimiento Fatah, e incluso los servicios de seguridad palestinos, se involucren en los enfrentamientos, ya que Jaled Hayir, uno de sus miembros, atacó, a finales del mes pasado, un puesto de control de la ocupación con el apoyo de un grupo de sus camaradas.
¿Por qué el Yihad Islámico? Una fuente del movimiento responde que la presión ejercida por “Israel” a través de mediadores internacionales y regionales no ha logrado, desde 2018, empujarlo a adoptar un enfoque “moderado”, y el actual secretario general del movimiento, Ziad al-Najalá, adopta una posición radical en la gestión del conflicto. “Quiere restaurar la resistencia a su estado anterior, en el sentido de que mantenga el estado de desgaste continuo de la ocupación, y no permita que los colonos sientan un estado de estabilidad”, según la fuente.
Source: Al Akhbar