Los llamados “acuerdos de Abraham” permitieron a la entidad sionista nutrir la ilusión de extenderse a los puertos del Golfo Pérsico, para permitirse una cierta profundidad marítima en ausencia de una profundidad terrestre que nunca ha tenido, para poder espiar a Irán. incluso para cometer allí ataques como el que tuvo lugar contra un científico iraní en noviembre pasado o abrir un frente naval anti-Resistencia en el Golfo Pérsico.
Pero todo fue una ilusión. Desde el 11 de abril, cuando el “Hyperion Ray” fue atacado con un misil en su camino desde el Mar Rojo a Fujairah, apenas unas semanas después del ataque al “Helios Ray” cerca del Estrecho de Ormuz, “Israel” entendió que los “acuerdos de Abraham” corrían el riesgo de ser fatales para él.
El terror israelí era inconmensurable hace tres días cuando el Financial Times levantó el velo sobre las conversaciones secretas en curso entre Arabia Saudí e Irán, negociaciones mantenidas sin el conocimiento israelí.
Según Haaretz, estas conversaciones que habrían tenido lugar entre las altas autoridades de seguridad de los dos países en Bagdad y bajo los auspicios del primer ministro iraquí, Mustafa Al Kadhimi, supusieron un golpe anti-Netanyahu. El 9 de abril, mientras los saudíes e iraníes estaban discutiendo en la Zona Verde, Netanyahu ordenó atacar al barco militar iraní Saviz en el Mar Rojo.
Haaretz dijo: “Si Netanyahu hubiera estado al tanto de estas reuniones, nunca habría aceptado atacar el Saviz para abrir la caja de Pandora iraní, en medio del Mar Rojo, a pocos pasos de Eliat, que ahora está expuesta tanto a misiles iraníes como a misiles de Ansarulá, sin mencionar los drones iraquíes, todos recién descubiertos y apuntados en dirección a “Israel”.
“Israel” se ve afectado por una ola de preocupación y esta sólo crece ante la idea de tener que enfrentarse a Irán y sus aliados libaneses, iraquíes, yemeníes y de Gaza, solo y sin el apoyo del Golfo Pérsico. “Israel” se cree profundamente enredado en un juego iniciado por EEUU y luego por sus aliados árabes. Del lado iraní, todo parece haber sido calculado, y esta premeditación milimétrica está empezando a dar sus frutos poco a poco, Ben Salman y Ben Zayed no tienen más remedio que abandonar la coalición anti Irán.
Porque si EEUU de América, el país más grande del mundo y con ellos otras cinco superpotencias, entablan negociaciones “indirectas” con una delegación iraní y buscar realizar todas las concesiones necesarias, entonces ¿por qué deberían las autoridades saudíes no seguir el mismo camino y buscar resolver sus diferencias regionales con el vecino musulmán iraní?
Ya no es un secreto que el Reino de Arabia Saudí ha estado involucrado en una guerra ahora totalmente perdida en Yemen, donde ha agotado su fuerza, prestigio y recursos energéticos, que están ahora en todas partes en la mira de misiles de precisión y drones armados con Ansarulá. Riad comprende que, por haber bombardeado y bloqueado obstinadamente a los yemeníes, sus cartuchos se han agotado y corre el riesgo de perder por completo su lugar como el principal productor de petróleo si continúan los ataques huzíes.
Los golpes se suceden en Riad, Yeddah, Yanbu, Dhahran, Jamis Mushait y Yizan, y esto, bajo las defensas antiaéreas de múltiples capas adquiridas a los países occidentales. Proseguir una guerra así es ahora un suicidio militar, político y moral, especialmente porque el ejército saudí ya no sigue al trono en este punto.
Source: Diversas