Hassan Diab logró en solo un mes y dos días llegar a un acuerdo con la Corriente Patriótica Libre de Aoun, el Movimiento Amal, Hezbolá y otros partidos para dar un primer y relevante paso con vistas a superar la crisis del Líbano en contra de la política de EEUU, que ha acumulado sus golpes bajos para intentar evitar este desarrollo.
El gabinete es nuevo y cuenta con seis ministras, aunque los medios de comunicación occidentales, que suelen ser tan sensibles en este tema, lo han ignorado. Se incluye una mujer al frente de la Defensa en un contexto particularmente sensible, en el que no se puede descartar una confrontación militar con Israel.
El gobierno ahora está formado por la coalición Corriente Patriótica Libre (CPL), Hezbolá, el Movimiento Amal, Tashnaq, el Partido Democrático Libanés y el Movimiento Marada, es decir las fuerzas nacionalistas del 8 de Marzo que no esperan las instrucciones de ninguna embajada extranjera para actuar o expresarse.
La Coalición del 8 del Marzo (Hezbolá y sus aliados) hizo grandes esfuerzos para mantener a Saad Hariri en el poder y formar un gobierno de unidad nacional, pero las conexiones pro-Riad de la Corriente del Futuro ganaron al nacionalismo. Lo mismo ocurre con las Fuerzas Libanesas de Samir Geagea y la formación del líder druso Walid Yumblatt, que organizó manifestaciones el 21 de enero contra el gobierno antes de que se conociera su composición. Tiempo perdido.
Desde octubre de 2019, Washington ha hecho todo lo posible para provocar y luego explotar las manifestaciones populares con el fin de intentar expulsar a Hezbolá del gobierno. Incluso después del nombramiento de Diab, la Casa Blanca continuó interfiriéndose, chantajeando, amenazando y haciendo una lista negra sin poder derrotar a Diab, quien continuó sin descanso sus reuniones y consultas y finalmente tuvo éxito.
“Algunos partidos se oponen a participar en el gobierno, incluso prendiendo fuego al polvorín de las protestas para explotarlas como una palanca de presión contra otros partidos, en particular el eje de la Resistencia. Pero esta es una apuesta perdida de antemano. El gobierno nació y quiere trabajar y la calle eventualmente le dará la oportunidad”, dice Fadi al Seyyed, director del Centro de Estudios Intelectuales y Estratégicos en el Líbano, quien señaló que el mayor perdedor en este juego peligroso serán “las partes que han cedido ante los dictados extranjeros”.
“Saad Hariri es el mayor perdedor en esta ecuación. Incluso la mayoría de los países árabes de hoy no están satisfechos con el comportamiento de Hariri. Esto significa que perdió tanto dentro como fuera del país. Cuando el secretario general de la ONU apoyó al nuevo primer ministro para resolver las crisis políticas y económicas, significa que la posición internacional está a favor de la formación del gobierno y que la ONU apoya a este ejecutivo, dirigido por Hassan Diab. Esto significa que hoy Hariri no tiene herramientas para obstruir”.
El campo occidental ha acabado por romperse. EEUU y Gran Bretaña han perdido de facto el apoyo de sus aliados europeos. Especialmente con un gobierno libanés tan singular: una cuarta parte de los ministros son mujeres, lo que en sí mismo es revolucionario. Ningún ministro estuvo presente en el gobierno anterior. Y un punto muy específico: dos ministros son miembros de Hezbolá. Esto significa que el Líbano no está listo para ceder ante la presión de EEUU e Israel sobre ninguno de los temas en curso: el del gas, por ejemplo, al que el secretario general de Hezbolá aludió en al menos uno de sus últimos discursos en diciembre. Para la administración estadounidense, que en el mes de diciembre había enviado a su emisario para imponer al Líbano “las fronteras marítimas decididas en Tel Aviv”, estas son inevitablemente muy malas noticias.
Source: Press TV