20-04-2024 10:45 AM Tiempo de Jerusalén

Las decapitaciones olvidadas de Arabia Saudí

Las decapitaciones olvidadas de Arabia Saudí

La organización Human Rights Watch ha acusado recientemente al sistema judicial saudí de ser “una burla a los procesos de justicia” tras analizar el juicio de tres manifestantes shiíes.

La organización Human Rights Watch ha acusado recientemente al sistema judicial saudí de ser “una burla a los procesos de justicia” tras analizar el juicio de tres manifestantes shiíes.

El grupo de derechos humanos criticó al Tribunal Penal Especializado del Reino, que juzga los delitos de terrorismo y que procesó a siete personas entre diciembre de 2013 y mayo de 2014.

“Las autoridades han enjuiciado a estas personas tras las protestas de miembros de la minoría shií en 2011 y 2012 en las ciudades de la Provincia del Este y que dieron lugar a centenares de arrestos”, dijo HRW en un informe.

Dos de las personas fueron sentenciadas a cadena perpetua mientras que las otras cinco fueron condenadas a otras penas de larga duración.

“Estos juicios mostraron violaciones a las garantías procesales como la existencia de cargos ambiguos que no parecen delitos reconocibles y la denegación de acceso a abogados durante su detención antes del juicio, lo que hizo imposible preparar una defensa en estos casos”.

HRW señaló que algunos de estos cargos incluían acusaciones de “romper la lealtad al gobernante” y “dañar al gobierno del reino” al “tomar parte en manifestaciones”, “incitar a las protestas y tomar fotos de las mismas” y ayudar a los periodistas a cubrir estos eventos.

Según diversas fuentes, existen en el reino saudí unos 30.000 presos políticos en la actualidad.

Decapitaciones

Otro aspecto condenable para HRW es la extensa aplicación de la pena de muerte y la utilización de las decapitaciones como método de ejecución. La última de ellas fue la aplicada al pakistaní Izzat Gul, condenado por tráfico de drogas. Se trató de la ejecución número 46 en Arabia Saudí este año. En agosto, 19 personas fueron decapitadas en Arabia Saudí, ocho de ellas por delitos no violentos como la magia, señaló el grupo.

Mientras que la decapitación de los periodistas James Foley y Steven Sotlolff por el grupo terrorista Estado Islámico provocó una condena global, los grupos pro-derechos humanos han denunciado la poca atención internacional que reciben las decapitaciones llevadas a cabo en Arabia Saudí por delitos no violentos, un castigo que se lleva a cabo tan rutinariamente que la Plaza Deera en Riad ha sido denominada por algunos como “La Plaza de los Troceos”.

Coogle señala que Arabia Saudí ejecuta, como media, a unas 100 personas al año, en especial a través de las decapitaciones. El reino tiene, pues, una de las tasas de ejecución más elevadas del mundo-

Latigazos

Otra de las penas utilizadas en Arabia Saudí son los latigazos. Una semana antes de la condena de Gul, un tribunal decidió aplicar la pena de 10 años y 1.000 latigazos a un blogger, Raif Badawi, por sus críticas al régimen en Internet. Amnistía Internacional ha declarado a Badawi como un preso de conciencia que ha sido “detenido únicamente por ejercer su derecho a la libertad de expresión”.

Terrorismo como excusa

En febrero, Arabia Saudí aprobó una nueva Ley para los Crímenes de Terrorismo y su Financiación, una norma que, según algunos críticos, podría llevar a penalizar cualquier crítica al régimen.

En los pasados dos meses, tribunales saudíes sentenciaron a muerte a cinco líderes religiosos que participaron en protestas dirigidas a pedir una reforma constitucional. Los cinco fueron acusados y condenados por delitos de terrorismo en base a la nueva legislación.

“Las nuevas leyes han convertido cualquier expresión crítica o asociación independiente en un crimen de terrorismo”, señala Joe Stork, vicedirector para Oriente Medio y el Norte de África de HRW. Cualquier “insulto a la reputación del estado”, “daño al orden público” o “perjuicio a la seguridad de la sociedad” es considerado ahora “terrorismo”. Otras disposiciones de las nuevas leyes criminalizan también las creencias religiosas “no ortodoxas”, la participación en cualquier forma de protesta contra el gobierno y la asistencia a conferencias dentro o fuera de Arabia Saudí que “siembren la discordia” en la sociedad.

En su último viaje a Riad, el presidente estadounidense, Barack Obama, no planteó ningún tema relativo a los derechos humanos con el gobierno saudí, señaló Adam Coogle, un experto sobre Oriente Medio de HRW. “Existen intereses en juego en las relaciones entre EEUU y Arabia Saudí, incluyendo temas económicos y geoestratégicos. Desgraciadamente, EEUU ha priorizado estos otros intereses por encima del uso de tales estrechas relaciones para presionar al gobierno saudí con el fin de que realice reformas en el terreno de los derechos humanos”.

Pese a todo, algunos expertos, como el profesor Juan Cole de la Universidad de Michigan, señalan que “la élite saudí es bien consciente de que, con el desarrollo de una población de clase media y educada, el actual régimen de monarquía absolutista no podrá ser mantenido a largo plazo”.